23. Odio ancestral (Jesús Alfonso Redondo Lavín)
A veces, en Miera, los montes quiebran y los estratos caen como varillas pétreas de abanico cerrando los valles de siglos abiertos por tenaces riachuelos, que tras el colapso vuelven a buscar nuevos cauces.
Merilla está en uno de esos valles que veces se cierran al igual que sus moradores. De largo venían las rencillas entre los Cobo contra sus vecinos los Ruiz. Las miradas torvas de Pilar Cobo eran delatoras de la envidia. Cualquier cosa relativa a Eugenia Ruiz enconaba su ánimo; un pañuelo, un vestido nuevos; una alabanza oída a hurtadillas en la puerta de la capilla: ─ Geniuca me llevó al médico a Solares o me trajo la compra o siempre está dispuesta… Y aquel día, por culpa de una gallina que cruzó un linde, como esos montes que allí se quiebran, la ira de Pilar colapsó su débil cerebro. Mientras Geniuca ocupada en sus tareas recogía hierba en un cuévano, Pilar se lanzó contra ella golpeándola repetidamente con una hoceta de mango largo.
Durante días quedó en aquel lugar el cuévano marcando el lugar del crimen.
Y el río Merilla siguió, ausente, meandreando nervioso entre los peñascos del argayo, en busca de su destino hacia la mar.
Me ha encantado tu crónica de ese suceso real. A veces en las comunidades más pequeñas se dan las mayores rencillas. Un micro narrado con maestría.
Gracias por tu comentario, Paloma.
Este suceso me afectó bastante. Ese valle de Merilla, junto a la cuna de mis abuelos, separada de él por el riachuelo Carvajal, es uno de mis favoritos para hacer senderismo. Junto a mi primo Salvador solíamos parar a saludar al padre de la fallecida, familiar con quien comparte su apellido materno «Carral». El hombre ya muy entrado en años conservaba bien su memoria y mal sus piernas y sentado en un sillón a la puerta del primer piso en el descansillo del que parte hasta el suelo la escalera externa de piedra mantenía con nosotros una jovial charla. Cuando pasados los sucesos repetimos ruta nos acongojó el estado depresivo en que encontramos al pobre viejo, Geniuca era el único sustento de aquella familia de ancianos. No he vuelto por allí.
Muchas veces dudo, de las historias que presentas, si los hechos que cuentas son verdad o pura imaginación generosa. Esta vez da lo mismo, sobrecoge, hace pensar en el escenario de tu relato, los enfrentamientos familiares, los odios retenidos, las venganzas no conseguidas; da lo mismo, sobrecoge y haces sentir ese frío que produce un asesinato. Sí, da lo mismo.
Pero tú sigue que nos gusta lo que escribes y queremos más.
Insisto en la calidad de tus escritos: hay lectores que ya, desde un principio, identifican tus historias con hechos reales. Yo, más desconfiado, todo lo pongo en duda por sistema (la duda es lo que mueve el mundo) y peleo únicamente con los sentimientos que incitas. Da lo mismo, lo importante de todo es disfrutar; escribiendo, leyendo, sintiendo o imaginando. Y para todo ello tú eres un gran ayuda. Gracias chaval.
Me alegra mucho verte por aquí, Miguel. Hay que ocupar el tiempo y dejar algo que nos sobreviva. La verdad es que cuando proponen un tema me quedo unos días en blanco y de pronto aparece en mi memoria una escena vivida o soñada que me da pie a escribir algo. Luego se trata de tejer y dar color y forma al escrito con toques reales y volutas de imaginación. Nunca logro ganar el tarro de dulce de arándanos en que consiste el premio en Esta Noche te Cuento pero me sirve de disciplina para escribir al menos un relatillo cada mes y medio.