24. Falacias
Era mentira que de su pelo se desprendieran escamas de oro, que de sus labios brotaran mieles y de su cuerpo una fragancia irresistible. No era verdad que tuviera voz de ángel y todos la adoraran por su aura multicolor.
Era caspa, eran babas, era pestilencia. Eran timbre chillón y gusto aberrante.
Los pájaros entonaban trinos a su paso; los gatos, coros de maullidos a sus pies, y en las noches de verano, las luciérnagas flotaban a su alrededor como si fuera la reina de las hadas.
Trucos baratos de vulgar embaucadora.
Yo no podía respirar si sentía sus ojos sobre mí, ni osé jamás aproximarme o dirigirle la palabra. Resistí.
Enroscado en mi razón, tratando inútilmente de abrir ojos ajenos a la evidencia, me fui consumiendo. Me volví de color verde. Comencé a tragar culebras, a roer cortezas, a respirar polvo rancio, a beber hiel, a devorar gusanos. Hasta que por fin, por pura cabezonería, me transformé en un ser sorprendente, como ella. Mucho más en realidad.
Pero no logré que nadie se derritiera por mí. Porque las malas lenguas, impregnadas de envidia, se inventaron que las bellas mariposas grises que me salían por el culo olían a mierda.
Me encanta el giro que has hecho desde un lenguaje poético hasta el final escatológico.
Me han fascinado las imágenes empleadas para logarlo.
Besito virtual, Eva.
Gracias Maria Jesús. A mi me asombra haberlo hecho. Pero hace unos días, por circunstancias, surgió la imagen de ingerir orugas y que sufran la metamorfosis dentro de ese modo y me apetecía usarla. Un beso a ti también.
Bueno, bueno… mucha prosa poética, perfectamente narrada. Hasta el final, aunque inesperado, tiene su aquel.
Seres que creen ser lo que no son o son las personas externas las que se lo ganen creer? Fanatismo extremo? Incapacidad de ver la realidad? Un conjunto de todas, aderezadas con el peor veneno. La envidia.
Sorprendente tu relato, Eva.
Feliz noche de Julio.
No hay mayor verdad y razón que la que uno mismo teje a su conveniencia para autojustificarse. Hay empeños absurdos contra viento y marea para no reconocer que otros poseen lo que no podemos alcanzar. La envidia, en el fondo, es algo terriblemente triste que solo habla de las carencias del que la sufre. Feliz noche de agosto, Mercedes. Y gracias.