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El día que lo trajeron la curiosidad se apoderó de nosotros, pero tuvimos que esperar a que la abuela volviese del pueblo para saber lo que era. El paquete estaba a su nombre. Cuando lo abrió apareció él: alto, guapo y musculoso. Con el paso de los días descubrimos que también es inteligente y simpático. Cada noche, durante la cena, la abuela le lanza miradas tan ardientes que acaban perdiéndose tras la puerta de su cuarto. Entonces mi madre se santigua y mi padre se sienta en el sofá a ver la tele. Yo me voy directamente a la cama, en la habitación contigua a la suya. La imagino poniendo boca abajo el retrato del abuelo y perdiéndose en el cuerpo de ese hombre. En realidad hacen tanto ruido que poco hay que imaginar. Un día, muerta de envidia, pedí otro. Llegó hace tres días. No sé si es por falta de pasión o porque el somier es demasiado nuevo, pero mi cama no chirría como la de la abuela.
Bueno, pues como ya se sabe, el que es envidioso nunca está satisfecho porqueen realidad, la chica no quería uno igual, quería la emoción, la ilusión y el éxtasis de la abuela y eso, aunque se envidie y aunque se tenga todo el dinero del mundo, nunca se puede obtener. Gracias a Dios.
Suertey feliz noche, Lidia.
Gracias, Mercedes!
¡Un brindis por esa abuelita!
Sí,se lo merece! Jajajaja
Gracias!