52. Ese hombre (Miguel Á. Moreno)
—Te lo juro, Carla, intento olvidarlo. Intento olvidar a ese hombre, la expresión profunda de sus ojos, su sonrisa perenne, su boca dispuesta para darme el primer beso, aquí mismo, degustando un café, sus abrazos que envolvían todo mi cuerpo. Intento olvidar qué sé yo más de él… Hay un montón de escenas que me persiguen día y noche: su silueta desnuda aproximándose entre las sombras del dormitorio. No se me borra la necesidad irrefrenable de recorrer su piel con mis labios o el deseo de hacer el amor en la parte trasera de un coche. Hay noches en las que me despierto empapada en sudor y lo veo alejarse sin volver la mirada. Y me asaltan las mismas preguntas. ¿Por qué me dejó? ¿Fue por cansancio, por despecho, por otra? Entonces lloro desconsolada como un bebé apartado de su madre. Me mortifica tanto la idea de que esté con otra mujer, con otras mujeres, que me da hasta vergüenza. ¿Cuántas habrá conquistado? Las envidio. Te lo juro, Carla, intento olvidarlo, pero no puedo.
—Te comprendo, Irene, de verdad. A mí me sucede lo mismo.