58. PRIMEROS CELOS
Murmura mientras duerme. A su lado ella ha pasado la noche en vela, mirándolo inquieta, sintiendo un extraño cosquilleo en el estómago que confunde con hambre cada vez que oye ese nombre entre jadeos y suspiros. Pero «qué sabrá ella que siempre ha tenido al alcance de su mano todo lo que ha deseado» rumia desconcertada. Nunca antes había hablado durante el sueño. Cuando él se despierta ella no se atreve a preguntarle aunque lo nota raro. Ella se pasa todo el día comiendo pero no logra llenar esa sensación de vacío y solo siente la barriga llena de piedras chocando. Por primera vez él se aleja para estar solo y se siente abandonada. Disimuladamente lo espía y lo ve acariciarse el costado, justo al lado de esa cicatriz que nunca le ha querido contar cómo se hizo. No sabe en quién confiar ni a quién preguntar. Quiere averiguar qué le pasa, así que no lo duda y en cuanto se la ofrecen, Eva muerde la manzana y por fin abandona el paraíso aunque las rocas seguirán bailando en su barriga hinchada.