21. Cuenta atrás (Susana Revuelta)
Desde la puerta del piloto hasta el faro trasero, ¡raaackkk!, duele imaginarse el chirrido que haría el punzón al hundirse en la carrocería de su Jaguar XJ. Porque no era un simple rayón de esos que hace una llave, no. La profundidad del surco delataba mucha mala baba: bien hincada la punta hasta dentro de la chapa, arrastrando el instrumento en zigzag, seguro que con las dos manos para dañar más el metal. Por si esto no fuera suficiente, habían echado ácido corrosivo por todo el capó. Un trabajo tan vil como concienzudo.
Así encontró Bosco su bólido cuando salía recién duchado del club. Quieto como una estatua, casi ni pestañeaba; tenía los ojos enramados, las pupilas dilatadas, la vena de la frente cada vez más hinchada. Las gotas de sudor le iban formando cercos en su camisa de seda blanca, las uñas se le clavaban en los puños apretados y la cabeza parecía que le iba a estallar.
«Lo del coche tiene arreglo», bufó dándole a una rueda una patada, «pero el mechón de pelos en el peine, esta futura calva, Dios mío, ¡es el principio del final!».
Un relato sobre las prioridades de cada uno, algo que depende de las circunstancias personales, pero también de la forma de ser individual. A tu protagonista no le ha tenido que hacer ninguna gracia el sabotaje de su flamante deportivo, pero menos aún comprobar la degradación de su cuerpo.
No obstante, solo es cuestión de tiempo que se percate de la posibilidad de un injerto capilar. Ya sabemos que el dinero ni hace la felicidad ni detiene el tiempo, o la cuenta atrás, pero algo siempre ayuda.
Divertido y original, Susana.
Un abrazo y suerte
Es divertido el juego en el que nos has introducido: la importancia que le da cada uno a las afecciones de chapa y pintura. En el caso del protagonista nos llevas hasta un final donde lo vemos más preocupado por la parte superior de su propia carrocería que por el coche peinado con raya al medio. Muy buen juego, ocurrente y bien montado. Abrazos y suerte, Susana.
No una exhibición de ira, si no dos: la de Bosco (aunque el objeto que la desata no sea el esperado) y la del aficionado al tuneo de coches ajenos, mucho más inquietante porque desconocemos el motivo (si bien nos lo podemos imaginar, conociendo a Bosco). Lástima que no haya conseguido el efecto deseado.
Muy interesante la forma como nos introduces en el enfado a través de los detalles, muy descriptivos.
Me ha gustado mucho, Susana.
Suerte y abrazos.