73. Despedida (Miguel Á. Moreno)
Mientras tú duermes no muy lejos, después de una jornada exigente, yo aún no he conseguido desprenderme de los olores de la ciudad. Cada vez son más persistentes, como si penetraran por todos partes con la intención de quedarse. Llevo ya un buen rato parado, a oscuras, y sin embargo noto un zumbido que no presagia nada bueno.
Mientras desaparece, me conforto como cada noche pensando en nuestra relación. Haberme hecho tu compañero de viaje dio sentido a mi existencia. Contigo he disfrutado desde el principio, me arrancaste la mejor versión. Tú más que nadie. Hemos consumido cientos de kilómetros, compartiendo situaciones únicas. Y te agradezco, aunque a veces no me expresara bien, la comprensión. Siempre he admirado de ti la cautela y el aplomo con que afrontas los reveses. Me quedo con todo ese rodaje.
El otro día te oí hablar del otro. Palabras elogiosas que anunciaban un idilio. Ahora sé que se acerca la separación, el adiós, e intento prepararme para afrontar la despedida. Dijiste que es lo mejor para ambos, que mi tiempo ya pasó. ¿Ya pasó? Intuyo que llevas razón, lo que no impide que grite que hoy te odio más que ayer.
Cuando una relación se rompe, una de las partes suele sufrir más que la otra, queda desarmada, no sabe cómo afrontará el futuro.
Los humanos somos analíticos, nuestra mente racional sabe sopesar, valorar pros y contras y hacer balances, pero a nadie le gusta que le rechacen, eso también es humano. La entrega y el amor pasados pueden transformarse en el mayor de los enojos.
Un saludo, Miguel Ángel. Suerte con esta historia de desamor.
Muchas gracias, Ángel. Me encanta cómo desgranas el sentido de los relatos.