77. El piso de arriba
Toda mi vida he oído unos pasos correteando por los pisos de arriba. Cuando era un niño, a pesar del terror que me hacían sentir esos malditos repiqueteos, siempre intentaba descubrir qué los producía. Subía y abría armarios, cajones, revolvía baúles, levantaba colchones. Mis padres no tardaron en internarme en un psiquiátrico. Por fortuna con el tiempo aprendí a controlarme cuando sentía el acoso de esas pisadas sobre mi cabeza, sobre todo porque siempre elegía para vivir casas de una sola planta. Hasta que me casé. Nos compramos un dúplex y he vuelto a las andadas. Hoy por fin se lo he confesado a mi mujer porque ya no soportaba más vivir en nuestra casa y estaba viendo que esa locura estaba pasando factura a nuestra relación. Me sentía muy culpable cuando veía su cara de miedo. Creía que también había empezado a tener verdadero pavor de subir al piso de arriba, nunca la veía allí. Cuando he acabado me ha mirado con recelo. Me ha contado cómo desde niña cada vez que está en un piso de arriba de repente se abren las puertas de los armarios, los cajones salen volando, los baúles se vacían y los colchones levitan.