10 AÑOS ENTC: TERCIOPELO AZUL
Esta es la convocatoria de celebración de 10 AÑOS ENTC.
En esta entrada del blog tenemos el vídeorrelato
TERCIOPELO AZUL, de Towanda Martín
Ganador de la 9ª convocatoria ENTC en el año 2019.
Solo podrán participar los usuarios o participantes de ENTC a lo largo de sus 10 años.
La participación en el concurso será posible a través de este formulario desde el que se enviará el relato y el seudónimo correspondiente. La organización se encargará de publicarlo debidamente firmado con el seudónimo que nos indique en un plazo de 24 horas.
El relato será INÉDITO de un máximo de 150 palabras (sin contar el título) y tendrá que enviarse antes de las 23 horas (hora peninsular) del DOMINGO 23 DE ENERO DE 2022 cumpliendo estas dos condiciones:
CONDICIONES
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- 1 El relato responderá a una composición libre, pero deberá mostrar claramente algún vínculo en el tema, trama, personajes o ilustraciones que podéis ver en el vídeo superior… dicho de otro modo, se mostrará claramente inspirado en parte o todo este videorrelato.
- 2. En el título o dentro del texto del relato participante debe insertarse un fragmento literal de al menos 4 palabras extraído del relato del vídeo. No se permite variación de tiempo, género, número, ni orden… LITERAL. DE 4 PALABRAS MÍNIMO. Este fragmento, para que sea fácilmente identificado por el jurado… TENDRÁ QUE APARECER EN MAYÚSCULAS.
Consultadnos cualquier duda. Revisad bien el texto antes de enviarlo porque, una vez publicado no habrá posibilidad de corregir ni reeditar.
A finales de enero de 2022, el autor del presente videorrelato elegirá entre todos los presentados en esta publicación un relato que participará como FINALISTA para el concurso 10 AÑOS ENTC.
El fallo final del concurso se dará a conocer durante la celebración del 11 ENTCUENTRO celebrado en Arzúa en el próximo mes de marzo.
LA NUEVA JEFA, de Gineta Loca
AYER ME CONFUNDIERON CON UNA CHICA de la limpieza y me ordenaron vaciar las papeleras. No dije nada y obedecí: era una gran oportunidad para conocer de cerca a mis futuros subordinados sin que repararan en mi persona. Martínez, el subdirector, no paraba de tirar papeles comprometidos sobre un pedido de material a todas luces excesivo. Petra, la secretaria, desveló sus adicciones a través de los múltiples envoltorios arrugados de caramelitos de menta y uno de tabaco negro. Marisol, la de marketing, se había pasado mojando pañuelos de papel toda la mañana, tal vez por culpa del hombre de la foto rasgada. Pero cuando me agaché junto a la mesa de Cristina Gabrielli, ella me miró a los ojos, insegura, recuperó el sobre dirigido al Sr. Andrés Gabrielli de Recursos Humanos y lo escondió rápidamente en un bolsillo de su precioso vestido de terciopelo azul.
LA CONFUNDISTE CON UNA CHICA, de Ladybug
Ahora que te ves postrado, te arrepientes de las veces que le reprochaste… «yo ya te di un nombre al nacer». Y tratas de enmendar tus amenazas y tus intentos de desheredarle, ahora que descubres que es él, precisamente, de entre toda tu prole, el que pasa sus noches cuidándote en el hospital. Ahora te avergüenzas por odiar su ternura. De luchar en contra de la mujer que es. Pero lo que más te atormenta, es recordar aquella tarde en la que entró en casa con Margarita, la mediana de tus hijas, llevaba un VESTIDO AZUL, EL AJUSTADO DE TERCIOPELO, y desde el salón preguntaste, que quién era esa chica. Qué jaque mate a tu orgullo, al pensar que tu hija Margarita entraba en casa con una amiga.
ENERO DE 2022, de Campo Cardeño
La ONG solicitó la colaboración del club para publicar un calendario solidario: doce meses, doce fotos, con héroes deportivos. Los beneficios irían destinados a una buena causa. Sin camiseta, los futbolistas mostrarían músculos y tatuajes, también su personalidad y circunstancias. Otro de los criterios fue el de posar con lo que más querían. La mayoría eligió hacerlo junto a coches deportivos, o impresionantes residencias.
El calendario ha sido un éxito, los fondos recaudados superan todas las previsiones, en especial por la primera de las imágenes, que muchos califican de histórica y de modelo para la sociedad, en la que tengo la suerte de aparecer. Soy un niño afortunado.
Me lo preguntan en muchas entrevistas. Quieren saber por qué TENGO LAS MEJILLAS TAN SONROSADAS en la imagen. Siempre respondo lo mismo: porque siento mucho orgullo del delantero y el defensa que me abrazan, mis dos padres.
BAR DE LA PATRO, CEA (TERUEL), de Matilda Johnson
Le escribo, madre, para hablarle de Pedrito o de Sandra, porque como todo el pueblo sabe son la misma persona. Como ha supuesto, desde la muerte de su madre, no es la misma. Ha dejado prácticamente de maquillarse y eso que siempre fue discreta; ahora solo se pone UN POCO DE ROUGE EN LOS LABIOS antes de salir a escena y porque insisto. Ha empezado a cantar unas canciones tristísimas y el no maquillarse, estar tan triste y ponerle tanto sentimiento enternece y gusta; o sea que el público aplaude puesto en pie cada vez que actúa mientras ella se retira del escenario llorando como una Magdalena. Si sigue así, se hará famosa y ganará mucho dinero; pero no lo tendrá fácil para dejar atrás toda esa tristeza.
Pedrito o Sandra es mi mejor amiga y, ¿sabe madre?, no sé cómo ayudarla, me preocupa.
LA BALLESTA, de Belfegor
Madre espero que estés bien al recibir estas letras.
Te escribo desde la cárcel de Carabanchel.
Perdóname.
Sabes de mi forma de ser desde que era pequeñito, cuando cogía las muñecas a mis hermanas.
Solo tenía un amigo, el Nemesio.
Cuando me libré de la mili por homosexual, decidí no volver al pueblo.
Aquí en la capital no me conoce nadie y soy feliz.
Hace dos meses, por la calle ME CONFUNDIERON CON UNA CHICA y me piropearon.
En el bar donde trabajo, el otro día, entraron unos muchachos con ganas de juerga.
Uno de ellos era el Nemesio, no me reconoció y me llevó a la habitación de detrás de la barra.
Cuando nos desnudamos y vió que era hombre y le dije quién era, se volvió como loco.
Intentó matarme, pero yo le empujé, con la mala fortuna que se golpeó contra un mueble y murió.
FAUNA TRANS, de Bartleby
Descubrieron que, CON DISCRECIÓN SIEMPRE, COMO sin darle importancia, se escaqueaba del trabajo. Por ello fue llevada ante la reina. Un tanto azorada, se justificó diciendo que se sentía un zángano apresado en un cuerpo de obrera.
LA DECISIÓN, de Respiración
Aquel sábado, un impulso repentino me lleva a comprar unas botas altas de color negro brillante en la zapatería más chic de la ciudad.
Dos calles más abajo, un escaparate me muestra un maniquí envuelto en una aterciopelada tela azul. No me puedo resistir a semejante preciosidad y compro varios metros.
“A esta tela le vendría estupendamente bien unos guantes largos de raso.”
– Comenta la empleada de la boutique con su mejor sonrisa.
– “Seguro que a ella le encantará.”- Prosigue, intentando ser empática.
¡Si ella supiera!
Me pruebo, también, unos pendientes de Swarovski en una de esas joyerías en donde te analizan al milímetro cámaras de video y rostros desconfiados.
Está próximo el cambio porque ya HE DEJADO CRECER MI PELO y elegido el nombre de Paula en honor a mi madre.
Enfilo los objetos sobre el sofá del salón y me siento a esperar la decisión.
FRUFRÚ, de Egomet
Posiblemente aquéllo no respondió a ninguna pulsión específica. O tal vez sí, quién sabe. El caso es que aquel día de invierno, mientras se hallaba refugiado como otras veces en el enorme armario de la alcoba de la abuela, comenzó a sacar viejas prendas tan estridentes como obsoletas. Nunca le había dado por ponerse ropa de mujer. Ni de broma. Sólo pensar que le podían ver. Pero aquella tarde, atraído por el variopinto colorido de las vestimentas y, quizás bajo el influjo del alcanfor, sintió la imperiosa curiosidad de verse así. Mientras se contoneaba ante el espejo CON EL VESTIDO AZUL y ensayaba gestos cautivadores, su padre irrumpió de improviso y le congeló la sonrisa. Rudo y parco en el hablar, tenía una manera de mirar que lo decía todo. Sin embargo aquella vez su mirada con palabras especialmente duras. Tanto, que sus posibles veleidades quedaron drásticamente cauterizadas.
Hasta años después. Cuando en la despedida de soltero le disfrazaron de Lolita, se sintió renacer. Afortunadamente su pareja resultó ser un ángel. Y ya se sabe que los ángeles no tienen sexo.
VENCIDA. de Honey
Hoy ni pinto mis labios de rojo, ni máscara en las pestañas, NI COLORETE ME PONGO. Lo sorprendente es que miro mi cara lavada en el espejo del baño, sin maquillaje ni pendientes, y siento que ya me da igual todo.
En cuanto dejen de temblarme las piernas saldré al descansillo, entraré en el ascensor y daré al botón, pero no del bajo, sino del último piso. Me he metido en la braga un destornillador para romper el cerrojo de la puerta de la azotea. Entraré y caminaré los cuatro pasos que hay hasta el borde. A partir de ahí, terminará toda esta angustia, toda esta miseria. Después, levantarán los bomberos mi cuerpo del asfalto y vendrá el juez. Unos ignorarán, otros se burlarán, de mis uñas pintadas, mi cuerpo depilado, la silicona… Seré Miguel, un hombre más en las estadísticas y no Fanny, la mujer que siempre quise ser.
MODERNECES, de Carballo
EN CUANTO AHORRE UN POCO lo dejo.
Ya le he dicho madre, que a mí estas moderneces no me gustan.
Es una estupidez bailar como una go-go, ligera de ropa, al ritmo de una música trepidante, que suena atronadora y nadie entiende, doblándote como si fueras a romperte.
Pero, de momento, no he encontrado otra cosa.
Al menos es un trabajo decente y no tengo que aguantar a babosos que se metan conmigo en la cama y que, a lo mejor, además me peguen de vez en cuando una paliza.
Como mucho veo posarse sobre mí sus miradas lascivas mientras me contoneo, pero sé que de eso no pasan.
¡Menuda soy yo!. ¡ Pobre del que ose ponerme la mano encima!
IDENTIDAD, de Doña Urraca
Al abrir la puerta, la luz horizontal del interior proyectó la sombra de Juan al descansillo. Sus largos brazos y el torso enjuto la hicieron reconocible, aunque el contorno con bolso, falda corta e insinuante le inquietaron, y se recluyó pensativo en la casa. Cuando quiso volver a salir, allí seguía, más real, desafiante, con los brazos en jarra y LAS MEJILLAS TAN SONROSADAS QUE le retaban para que no apartara la mirada. Se encerró de nuevo hasta que un día volvió a sonar el timbre, y al abrir vio en la fina línea de luz que la puerta entreabierta trazaba, que la silueta le ofrecía el bolso. Lo cogió y salió decidido en busca de su nueva vida.
NÁUFRAGO, de Wenceslao Izquierdo
“LA EXTRAÑO CADA DÍA” se dice mientras recuerda la pelota de voley que se dejó en la isla recóndita.
CITA A CIEGAS, de Amanita
Cautivó a un chico divino por internet. Quedaron esta noche en una cafetería para conocerse. Está emocionada. Lleva varias horas poniendo y quitando ropa. ¡Cómo echa de menos a su madre para pedirle consejo! Lo intenta de nuevo por eliminación. El vestido azul de terciopelo, el que más le gusta, fuera, demasiado ajustado; el mono rojo, tampoco, muy llamativo; la mini blanca, arriesgada, igual se le ve algo al sentarse; el negro de tirantes atrae mucho la mirada hacia los hombros… También tendrá que elegir los zapatos ideales. Se rinde: pantalón vaquero, con jersey holgado y zapatillas deportivas. Le DA SEGURIDAD PARA AFRONTAR este primer encuentro. El reloj apremia y aún debe maquillarse. Echa un último vistazo al espejo; este le devuelve una imagen antigua del sexo que ya no quiere recordar. Limpia dos lágrimas, coge el móvil y cancela la cita. Todavía no está preparada para nacer.
CAMBIOS, de Onírica
Marta, Jorge y Luis son amigos y compañeros de clase. Siempre se los ve juntos. Marta está enamoriscada de Luis, pero de momento no piensa decir nada. Intuye que ella le gusta a Jorge y no quiere que éste sufra si se enterase de su atracción por su amigo común.
Don Antonio, el viejo profesor de historia, se ha jubilado. La que está ahora en su puesto es una joven que SE LLAMA CARLA Y ES RUBIA. Seductora y divertida dando la materia, cautiva pronto al alumnado. Sobre todo a Marta, que se sorprende a sí misma y a los demás con un llamativo sonrojo cada vez que la profe se dirige a ella. Ahora que ya lo saben, Jorge y Luis podrán cogerse de la mano en presencia de su amiga.
Al salir del colegio Carla llama a su casa. Escucha resignada a su padre: ¿Qué tal, Carlos?
RUBIA PLATINO, de Andrómeda
Primero la base, con una brocha plana y movimientos circulares. Yo también quiero hacer peluquería cuando acabe secundaria, como mi hermana mayor. Es mi referente. Aunque ya vive con su novio, todavía me explica trucos de recogidos.
Luego, el corrector para tapar el acné. La verdad es que, ahora que mamá se ha ido de casa, creo que me tocará empezar a trabajar en vez de seguir estudiando.
A continuación, la sombra de ojos, bien difuminada hacia el exterior. Este tono queda precioso CON EL VESTIDO AZUL y el color de mi melena.
–¿Qué haces así, Andrés? ¡Se lo voy a contar a papá en cuanto llegue!
Vaya, tenía que volver justo en este momento. Pensaba que estaría toda la tarde en el entreno de fútbol. Como se lo diga a papá, me va a caer una buena bronca por cogerle la peluca del fondo de su armario.
LA FALTA DE COSTUMBRE, de Agüerojero
AL SALIR DEL HOSPITAL, un celador que fumaba en la puerta, enmarcando las cejas y desde la altura de su cintura, me hizo una señal moviendo verticalmente dos veces los dedos con los que sostenía el cigarrillo mientras miraba hacia mi bragueta.
─La lleva abierta, leí en sus labios.
No sé por qué le tuve que decir mientras la cerraba.
─Perdón, es la falta de costumbre, gracias.
LO NO DICHO, de América
Sigo sin encontrar trabajo.
La niña llora para entrar al colegio.
El sitio donde vivimos no es un piso para nosotros, solo una habitación con baño compartido.
El Sebas se metió en una de esas bandas, estamos desesperados.
No quieren alquilar a extranjeros.
No podemos ir al médico, estamos ilegales.
Los otros padres de la clase nos hicieron el vacío.
Anita pregunta qué significa sudaca.
No pudimos empeñar los pendientes de la abuela, la que atendía en el Compro Oro DIJO QUE ERAN PEQUEÑOS y las perlas, falsas…
Once de la noche, Julián barre las cabinas del locutorio. Las palabras no dichas por sus clientes se acumulan en una montaña informe que va a parar al contenedor.
Mañana más, piensa, mientras apaga las luces y echa el cierre al local.
ANTESALA, de Carlos
Todos mis amigos saben de usted, padre. Lo ven más joven de lo que es usted. Que se dedique a la música es para ellos motivo de admiración.
Ahora no llevo gafas. NO SE DISGUSTE, ME hacían parecer aniñado. En mi próximo cumpleaños se va a venir para acá y haremos una fiesta. Poca gente, y una pequeña orquesta. Usted al clarinete, y unos compañeros de estética a la guitarra.
Este piso es chico, pero le gustará. Llega el sonido de las campanas de la iglesia, como en la casa del pueblo, lo elegí por lo mismo.
Las tres horas que echo en la cafetería me las pagan bien. Rio y como sin parar. Miro a la calle a través del cristal y aprendo a moverme como Carlos, el hijo de Pepe, el vecino. Sí. El que ahora se llama Carla y es tan guapo. Me gusta mucho.
Tu hijo.
HORIMONO, de Procrastinator
Tengo cuarenta y tres años, una mujer que me quiere y un hijo. Estoy harto de mentir. De mentir al mundo, de mentirme. Hace muchos años que tendría que haber afrontado mi homosexualidad. Siempre he sido un cobarde, pero ya no puedo más.
Mi mujer, con la tristeza del adiós, me confiesa que siempre lo ha intuido, que me ama y que solo desea mi felicidad. Conocerla ha sido una bendición. Mi hijo me mira incrédulo y calla.
HACE UNOS MESES, AL SALIR DEL HOSPITAL donde trabajo, un grupo de jóvenes con el rostro tapado me apaleó al grito de “maricón de mierda”. El dolor se ha instalado en todo mi cuerpo como un estigma de intolerancia. Pero el tormento que no me deja respirar es haber reconocido el tatuaje que rodea su muñeca.
JUSTICIA DISTRIBUTIVA, de Skin Brain
Ayer por la noche los muchachos y yo nos encontramos con nuestro antiguo camarada. El que manejaba como nadie el puño americano ¿os acordáis? Sí, Carlos. Solo que AHORA SE LLAMA CARLA Y ES RUBIA. Nuestros enemigos nos acusan de racistas y homófobos, solo porque queremos mantener el orden. Pues ahí tenéis la prueba de que se equivocan. No lo discriminamos. Le dimos la misma paliza que al resto de las putas del parque.
POR LOS PELOS, de Glauka
Su madre siempre lo supo, pero no habían hablado nunca abiertamente de ello, por eso sus cartas siempre llenas de amor se nutrían de esas mentiras piadosas que no engañaban a nadie.
CUANDO VINO DEL PUEBLO, Manuel quiso beberse la ciudad a borbotones y acabó enfundado en un vestido de terciopelo azul, subido a unos tacones pequeños que hirieron su alma casi más que sus pies. Ahora lucía una melena rubia que pronto cuidaría en su propia peluquería que iba a llamarse SALÓN DEVORAH
POR PRIMERA VEZ, de Búfala
—Al fondo a la derecha, señora —me indica el camarero del lujoso restaurante. Y él, mi cita, ese chico rubio como un querubín, me espera en la mesa. —Si me disculpas, debo ir al tocador para ponerme UN POCO DE ROUGE EN LOS LABIOS —le había dicho. Siempre había soñado con pronunciar una frase así y, posteriormente, dejar la servilleta con suma delicadeza, apartar la silla como si levitara y levantarme para alejarme con un contoneo de caderas que ni la Monroe. Pero ahora estoy frente a la temida bifurcación. El de la derecha, el de la derecha, el de la derecha… Me repito como si de un mantra se tratara y evitar estropear la velada con un escándalo en el baño. Al fin y al cabo, somos animales de costumbres. Y hoy, por primera vez, me han llamado señora.