52. TRES MESES
El día que decidieron intubar a Remigio, apenas quedaban UCIS en el hospital.
Él les rogó que no lo hicieran, a sus 88 años, su vida estaba completa. Quería volver a su amado pueblo, donde sólo quedaban, Nicomedes, Agamenón y el mismo.
Era mayo, el día de la fiesta mayor en Pueblo Viejo. Remigio lloraba de felicidad cuando volvió a escuchar las campanas que Nicomedes, el monaguillo, tañía llamando a misa de doce.
Llegó junio. Oyó la voz de Agamenón llamándole desde la orilla del rio, y, escapando de la bulliciosa escuela, estuvieron todo el mes pescando juntos.
Llegó julio y se sintió algo cansado. Subió hasta la cabaña del pastor Eustaquio y escuchó una vez más sus cuentos de lobos y ovejas.
Para finales de agosto supo que tenía que regresar.
A lo lejos oyó a la enfermera… “¡Dejémosle ir, tres meses es suficiente!” Remigio se alejó del monótono pitido de su ya inerte corazón.
Bajó el sendero junto al rio. A lo lejos, apoyada contra un árbol, le saludaba Inocencia, envueltos sus 20 años en un floreado vestido. Abajo, en la campa, empezaba la Romería de la Vendimia.
Era septiembre, comenzaba el otoño en Pueblo Viejo.
Me ha encantado este relato, Cani. Es todo delicadeza, impresiones sutiles que vas deslizando al lector y en paralelo le vas contando la segunda trama, la vital. Pincel fino para dibujar ambas historias. Y sabor final de dulce liberación. Muy bueno.
Abrazo y mucha suerte!
Alcanzar la alegría y la felicidad es algo más sencillo de lo que nos creemos, también podemos tenerlo más cerca de lo que se puede imaginar.
Conservamos en la memoria aquello que nos ha marcado de forma grata. Remigio, en los últimos momentos de su conciencia, tenía muy claro, bien grabado, qué era lo que había merecido la pena en su vida; al final de ella, vuelve a reunirse con aquella con quien la compartió.
Un relato que hace que el inevitable final de una persona no sea tan triste, que se final solo es un paso hacia otra cosa, que hay esperanza, que la felicidad está hecho para perdurar.
Un abrazo, suerte y felices fiestas, Cani
Una emocionante y nostálgica historia descrita con crudeza e infinita ternura.
Me ha conmovido.
Te deseo una feliz Navidad y suerte con el relato.
No le hizo falta desplazarse hasta el pueblo para tener tres meses de felicidad envuelto entre recuerdos, para cerrar una vida. Precioso relato que va discurriendo entre la realidad y los sueños. Suerte y aplausos, Cani.