87. Misioneros del buen rollo ( Paz Monserrat Revillo)
En el vigesimoquinto congreso de profesionales de la felicidad todos sonríen, aunque no haya motivo, como recomiendan los más reputados especialistas presentes en el evento. Los futuros coaches se esmeran en apuntar lo que tendrán que transmitir en sus sesiones. Destaca, subrayada en fosforito, la palabra actitud. Repiten al unísono el mantra fundacional: “Para tener éxito material y anímico, mejora la actitud, revisa tus respuestas emocionales y concentra tu mente”. Todo está en el interior, en el universo del pensamiento positivo. Nada de mirar hacia fuera, ser crítico o adquirir conocimientos rigurosos. ¿Quién quiere tener a su lado a alguien negativo y aguafiestas? Los aspirantes a este oficio deberán ser el decorado emocional de las vidas ajenas. Surtidores incansables de entusiasmo y optimismo, pero a la vez prestos a culpabilizar a los clientes ante cualquier desvío de este incuestionable camino de autoafirmación.
Las azafatas del congreso, doblemente presionadas a sonreír sin sentido, consumen dosis masivas de relajantes musculares para sus tremendas contracturas en los músculos risorio, cigomático mayor y orbicular de los ojos.
Los asistentes se dirigen, con mirada bovina y sonrisa radiante, hacia la siguiente conferencia. Allí aprenderán, de forma holística, cómo enseñar a fingir sinceridad.