No puede evitar acordarse del padre, gran aficionado a los refranes, cuando dada la actual crisis vocacional, el hermano cartujo tiene que estar en misa y repicando.
Y además no puede quejarse porque a los cartujos no se les permite hablar. Eso sí que es una vida de sacrificio.
Ángel Saiz Mora
Es un mal muy extendido en todas las actividades y sectores profesionales o, como es el caso, vocacionales. Se tiende a concentrar en el menor número de trabajadores posible el mayor número de actividad. En el caso de empresas, o incluso de la administración, el objetivo es ahorrar gastos en plantilla. En el caso de los cartujos que planteas, es por falta de vocaciones, que les convierte en hombres-orquesta, una suerte de gigantes que han de ser capaces de hacer varias cosas a la vez, además de poner de actualidad los sabios refranes.
Un saludo, Raúl
Y además no puede quejarse porque a los cartujos no se les permite hablar. Eso sí que es una vida de sacrificio.
Es un mal muy extendido en todas las actividades y sectores profesionales o, como es el caso, vocacionales. Se tiende a concentrar en el menor número de trabajadores posible el mayor número de actividad. En el caso de empresas, o incluso de la administración, el objetivo es ahorrar gastos en plantilla. En el caso de los cartujos que planteas, es por falta de vocaciones, que les convierte en hombres-orquesta, una suerte de gigantes que han de ser capaces de hacer varias cosas a la vez, además de poner de actualidad los sabios refranes.
Un saludo, Raúl
Muchísimas gracias por tu comentario, Ángel.
Sí, eso además Juan. Ni desahogarse puede el pobre.