16. PEQUEÑA GRAN HERMANA
No recuerdo a mi madre embarazada pero sí recuerdo aquel día. Ya éramos tres niños en casa y llegó mamá con un bebé en brazos y la acostó en una cunita que yo no había visto hasta ese momento. Los tres apoyados en la barandilla nos asomamos a verla y preguntamos ¿porqué no abre los ojos? A lo que nos respondieron que acababa de nacer, que tardaría un poco.
Creció siendo una niña mimada aunque no lo necesitaba, siempre fue autosuficiente e independiente y con el tiempo se ha convertido en el mayor apoyo de toda la familia en muchas ocasiones.
Levanto la vista y en el reloj son ya las diez de la noche. ¡Ups! ¡Es tarde!
Suena el teléfono. Hoy se ha adelantado ella y hablamos durante un buen rato haciendo ambas balance del día. Volcamos la una en la otra una cascada de informaciones, chismes, cuitas y alegrías que necesitamos compartir antes de desearnos buenas noches.
Aunque mis hijas piensan que nuestra relación de hermanas es demasiado intensa todos los días preguntan :”¿ Has hablado con la tita?”
Entonces veo cómo después de cenar, relajadas en el sofá, intercambian ellas sus vivencias del día, al fin….HERMANAS.
No todas las familias son iguales, hay parientes que no se dirigen la palabra, alejados de todo afecto, pero en la mayor parte de los casos tener hermanos y/o hermanas es una pequeña bendición, una compañía para la vida que suele ser de agradecer. Has planteado muy bien esas complicidades que no es nada sencillo describir, pues entran en el terreno del corazón y de los sentimientos. Una hermana puede ser pequeña en estatura, o en edad, pero siempre es grande.
Un abrazo y suerte, Ana
Gracias como siempre por tu comentario. El amor fraternal suele ser sobre todo cómplice y un aliado de vida que disfrutamos los afortunados.
Un abrazo