18. Ingenuidad
Pedaleando camino del colegio no para de pensar en su madre. Desde la llegada de aquel hombre siempre está triste y no logra entender por qué. A él le regaló la bicicleta para no tener que ir andando a la escuela. A su padre un tractor para poder arar mejor el campo. A su madre una lavadora para no romperse la espalda en el arroyo. Aunque la que tuvo más suerte fue su hermana gemela. El desconocido se la llevó a la ciudad «para desposarla». No sabe lo que significa, pero viendo su bici tiene que ser algo bueno.
Dicen que todo tiene un precio, pero esta frase no es aplicable, o no debería serlo, a las personas. Alguien se ha adueñado, en el peor de los sentidos, de una hija y hermana, una muchacha seguramente demasiado joven, que no pudo elegir por sí misma, a cambio de unos cuantos objetos materiales, entregada al sacrificio para que los demás mejoren sus vidas. Las lágrimas de la madre dejan claro el error cometido, ya sin remedio. Todo ello narrado con la ingenuidad de un niño que no acaba de entender lo que sucede, pero que nos da las pistas para que con sus palabras lo comprendamos. Pocas palabras también, pero efectivas, han sido las que has empleado para este relato, no hacen falta más para describir unos personajes inmersos en una mala decisión.
Un saludo y suerte, Lidia
Inocencia. ¡Bendita inocencia! Cuánto dices sin decir.
Eso es lo malo que a veces el anhelo de las posesiones nos ciega. En este caso es un niño el que cae en ese error y podemos hablar, como dice Edita, de inocencia, pero, ¿solo es cuestión de inocencia?
Muy original tu texto y muy bien dicho en pocas palabras. Suerte Lidie. Feliz tarde.