56. PEQUEÑECES DE LA VIDA
Cada jueves por la tarde durante la toma de nuestro café, la tertulia del día no podía faltar. Hablábamos de desde literatura hasta los sucesos más truculentos acaecidos como el crimen que sucedió en la calle Fuencarral. Era una época en la que los personajes más variopintos acudían a las tertulias en el café. Era acogedor y la comodidad de sus mesas de mármol nos permitían en ocasiones escribir nuestro propio argumento sobre las tertulias.
Madame Pimentón, también fue motivo de burlas y corrillos por gente de la farándula por su asiduidad a los cafés de la periferia de la época. Incluso hubo quien la advirtió, pero no daba importancia a las habladurías. Cómo pasa el tiempo, el reloj no cesa en su avance, cruel e implacable. Recuerdo que Andrés, mi hermano se llegó a enamorar de la Madame y tuvo algún que otro altercado.
¡Qué tiempos! Cuando eramos niños pasábamos las tardes de invierno jugando con papá al juego del pañuelo, (remienda, remienda, que tiene esta prenda) mamá se partía de risa y Andrés se enfadaba si no lograba adivinarlo. Ahora, daría lo que fuera por parar el maldito reloj; con 92 años, la soledad es abrumadora.