OCT149. EL VIAJE, de Eva Diez
Me sentía mareado y desorientado. Hacinados en aquellas cuatro paredes de metal en continuo movimiento se perdía la noción del día o de la noche. Me acerqué a ella y apoyé mi frente en la suya, transmitiéndole así mi caricia. Ella volvió sus grandes ojos caramelo hacia mí, inundándome de una profunda tristeza y, lo que había sido un futuro incierto, se tornó en un fin desalentador y gris. Por un tiempo engañamos al destino con esas escapadas al campo dejándonos mecer por la brisa y las flores, o esas noches de verano al raso contemplando las estrellas… Yo era tuyo y tú eras mía. Ahora mi corazón se partía al verla en esta luz fría y mortecina: Lo que antes era cálido y suave se transformó en húmedo y frío.
Y paró.
Aquel traqueteo cesó repentinamente aumentado la confusión y el agobio. Nos hicieron salir por una estrecha rampa empujándonos con palos y, al elevar mi mirada, distinguí unos garabatos desgastados incomprensibles que iban a marcar nuestro destino: Matadero Municipal.
esta desde luego no es la vaca que ríe. Es la vaca que lee.
Bromas aparte, es original, engaña al lector y lo llevas muy bien hasta conducirlos al matadero.
Solo una cosa, «Yo era tuyo y tú eras mía», debiera ser «Yo era suyo y ella mía «
Buenas escenas y descripciones. Muy visual.
Abrazo.
Ahora cuando vea un vaso de leche me voy a poner a llorar, buen relato suerte. Héctor
Eva, un triste destino, de lo más natural por otro lado, los lleva a decirse adios. Está bien contado y descrito. Suerte y saludos. Calamanda
Pobres animalitos, pero… poco se podía hacer ya, lo raro es que ya supieran lo que iba a pasar.
Muy listas
abrazos y suerte
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