COPA ENTC 2022 / ENCUENTRO R4 / 08
ERNESTO ORTEGA
BEGOÑA HEREDIA
… QUE CONTINÚE LA LEYENDA
Los dos participantes señalados arriba tendrán que publicar en el espacio reservado a los comentarios de esta entrada del blog, un relato INÉDITO de un máximo de 102 palabras (sin contar el título) antes de las 20 horas (hora peninsular) del JUEVES 26 de MAYO cumpliendo:
CONDICIÓN 1:
UN NUEVO CAPÍTULO
El relato debe desarrollar un capítulo nuevo sobre la leyenda que os señalamos o una historia en la que esa leyenda tenga un peso importante que vaya más allá de la simple aparición… Un ejemplo: si la leyenda que os tocase fuesen «los vampiros» no buscaríamos un relato en el que apreciera un vampiro ocasionalmente sino… un «nuevo relato de vampiros».
AQUÍ OS DEJAMOS
UN ENLACE CON ALGO DE INFORMACIÓN
NOOOOO HAY MÁS CONDICIONES
Consultadnos cualquier duda que os pueda surgir.
Y RECORDAAAAD
Revisad bien el texto antes de publicarlo porque,
una vez hecho,
no habrá posibilidad de corregir ni reeditar.
Tras la publicación de los dos relatos participantes abriremos el enlace a un formulario para la Votación Popular (solo se admiten usuarios de esta web) que permanecerá abierto hasta el viernes 27 de Mayo a las 20 horas.
El resultado de este encuentro se hará público en una entrada general de la sección ENoTiCias.
LAS MADRECITAS FELICES
Desde que su hijito despareció se pasa las noches llorando y los días recorriendo los parques. Bien sabe que allí las madrecitas, alegres y confiadas, se descuidan charlando entre ellas y resulta sencillo llevarse a los niños con engaños absurdos, elaborados con sabiduría maternal: cu-cu, tas-tas. Una vez en casa, chocolate, cuentos y televisión. Después, los baña y les prueba la ropa del hijito. Están tan monos, aunque se haya quedado anticuada. Luego una vez dormidos, los devuelve. Es entonces, ante la felicidad de las madres, cuando no puede contener las lágrimas, pero solo así logra sobrevivir otro día más.
PASANSO PÁGINA
He vagado durante años por ríos y pueblos llorando y buscando a mis hijos. Todos huyen de mí al verme y sobre todo cuando mi alarido hace eco y ensordece a quien me encuentro. La soledad es tan grande que cada vez intento salir de la oscuridad más a menudo, me reconforta la gente, aunque salga corriendo. Estoy pensando que ya es hora de dejar de gritar —mi garganta está muy dolorida— y censarme en algún pueblo. Tal vez podría dedicarme a cuidar de los niños de otros y expiar de esta forma mi culpa, aunque así se acabe la leyenda.
Dejar de llorar para cuidar los niños de otros o llorar por tener que devolverlos a los padres. He ahí el dilema. Y ciertamente lo es elegir entre ambos. A votar. ¡Suerte!