19. Lo que de verdad importa (Gemma Llauradó)
Había llegado el anhelado fin de semana. Una escapada a la costa gozando del sol, saboreando una cervecita helada en alguna terraza, disfrutando de los paseos y las tertulias tras las comidas… Un plan perfecto entre amigos.
Al llegar al hotel, ese entusiasmo se desvaneció por momentos. Me asignaron una habitación individual con una cama pegada a una de las paredes de pintura desconchada. La habitación era mínima, eso sí, con baño. Este no había visto en años un mantenimiento preventivo.
¿Un error en la reserva…? Me pregunté. No lo era. Sin embargo, nada se parecía a las fotos previas visualizadas. No había terraza ni tan siquiera un balcón, tan sólo un ventanuco que daba a un patio de luces donde sólo había oscuridad. Unos visillos suplantaban las cortinas inexistentes. La televisión no funcionaba y el aire acondicionado temblaba al conectarlo.
Al menos, estaba limpia, pensé. No había bichos indeseables en el baño, pero el rumor incesante de las tuberías y bajantes avivó por momentos mi imaginación. Había despertado mi musofobia.
Sacudí la cabeza para quitarme ese pensamiento. No importaba el antes, ni siquiera el ahora. Tenía que pensar en el después. Estaría con mis amigos.
Soy uno de los amigos con los que estuvo la autora en esa escapada.
Nos va la broma, y alguna broma hicimos sobre las anotaciones en agenda y posibles relatos que le suscitan nuestras salidas.
«Esto es como los Evangelios, son como Los Hechos de los Apóstoles. ¡A ver qué decimos y hacemos!»
De regreso a casa me vi con la familia. Me preguntaron cómo fue la salida.
Les comenté que me sentí muy a gusto. En la escapada hablamos bastante de sentimientos. Opiné que éste es un tema bastante raro a tratar entre hombres. En la salida, salvo yo, sólo había mujeres.
No sé si me meto en un huerto al decir eso de los sentimientos y su limitación. Al menos mi hija aquel día en casa me dio la razón.
Me dice Carlos que escriba algo, que me explaye , que a todos nos gusta leer comentarios.
Participé a media pensión en ese encuentro en la costa sur de Cataluña, me ha pasado algo que también me ocurría en el cole cuando las internas contaban sus aventuras , yo siempre me había perdido lo más interesante.
Pero no es del todo cierto, el mar y la compañía me hinchieron el ánimo y mi noche en solitario estuvo plagada de sueños plácidos e inocentes