29.- Simbiosis
De noche correteaban desde las axilas hasta la ingle, de los tobillos a las orejas. Trepaban por mis piernas hasta enredarse en el vello púbico y pataleaban intentando liberarse para continuar su recorrido, unas veces errante, otras siguiendo los senderos marcados por sus predecesores.
Los grillos eran mis preferidos. Aunque resultaban especialmente ruidosos llegamos a comunicarnos mediante chirridos, en una suerte de diálogo para grillados. Y qué decir de la suavidad de los gusanos verdes, residentes de la parte baja de la espalda, cerca de las arañas. Las hormigas iban a lo suyo, siempre serias, siempre ocupadas. Nunca entablaron relación con sus vecinos los ciempiés, ni con las urticantes procesionarias. Del ombligo emergían escarabajos negro charol que refulgían bajo la luz de la mesilla, presumidos, dejándose mirar. Cada especie había conquistado un territorio en mi cuerpo, pero en ocasiones debía reordenar las colonias, sobre todo cuando eclosionaban los huevos y algunas larvas andaban perdidas.
Desgraciadamente, sobrevino una plaga descontrolada. Tuve que pedir ayuda y mis bichitos huyeron en estampida en cuanto dejé de consumir ciertas sustancias.
Desde entonces me encuentro genial, pero ahora, al acostarme, tardo en quedarme dormido. Echo de menos esas cosquillitas en la entrepierna.
La mente humana es tan compleja que a veces crea problemas donde no los hay, en especial con la ayuda de ciertas sustancias, como ver insectos que en realidad no existen. Sin embargo, unos síntomas que producen sufrimiento real en un enfermo, para tu protagonista era casi un motivo de entretenimiento y disfrute, tanto que, desparecidos los episodios, parece echarlos de menos. Nunca estamos conformes del todo con nada, eso también es parte de nuestra complejidad, como pone bien de manifiesto tu relato.
Un abrazo y suerte, Álvaro
Casi todas las mentes son complejas, Angel, salvo la mía, que es capaz de generar estos relatos…
Muuuchas gracias por leer y dedicar tu tiempo a comentar. Un abrazo.
Hola Álvaro,
Me ha gustado tu historia y me han gustado tus bichos porque ha sido muy entretenido de leer pero sobre todo porque no me esperaba ese final y me sorprendió…yo imaginaba que los bichitos estaban en un cuerpo muerto en el que la mente había olvidado darle al «off».
Hola Isabel. En cierta forma, el «propietario» de estos bichos sí que estaba «algo muerto», dados sus hábitos insanos… Pero también me gusta ese final que planteas, podría haber encajado perfectamente.
Gracias por pasarte por aquí, un abrazo.