02. Arcanos menores
El aire y la luz en casa de la abuela siempre eran dulces: una de esas sensaciones que se adhieren a la memoria sin remedio y fijan los recuerdos con una pátina de nostalgia perenne.
Maite, Fran y yo disfrutamos mil tardes en aquel rincón mágico y sosegado. Mientras nuestras madres jugaban a ser aristócratas con sus tacitas de té y sus partidas de bridge en el salón, nosotros mordisqueábamos rosquillas de anís, conteniendo el aliento para no derrumbar las torres de naipes construidas con las barajas que mi abuela guardaba en el baúl, inventando juegos de reglas inciertas adecuadas a nuestro capricho. Maite siempre se las apañaba para deslizar la reina de corazones en mi bolsillo, yo reservaba todos los diamantes para ella y ambas nos reíamos a carcajadas cuando Fran exhibía orgulloso el as de bastos, o el de oros, las cartas más poderosas del mundo.
Entonces no hubiera podido predecir mi futuro: hastiada de copas, de reyes de bastos podridos de oro, sin ases en la manga, ni corazón en el pecho, ni un maldito trébol de cuatro hojas, mis muñecas entregadas al filo de una espada, decidida a vender el alma por revivir aquella antigua dulzura.
Todo tiene un precio, también los buenos momentos, porque son irrepetibles y fuente de melancolía futura. Podrán venir otros, si es que lo hacen, pero nunca serán los mismos. Es algo obvio, pero de lo que no somos conscientes hasta que lo perdemos y echamos la vista atrás.
Un relato en el que fluye la nostalgia, con un lenguaje cuidadísimo, rayano en lo lírico, y ese estilazo que te caracteriza.
Un abrazo y suerte, Eva
Hola, Eva.
Me gusta mucho como generas el clima nostálgico a través de las descripciones.
Se hace inevitable, al llegar al final de este relato, reflexionar sobre las vueltas que puede dar la vida. Indiscutiblemente el azar puede intervenir en el destino, pero creo que en menor porcentaje que las malas elecciones.
Un cariñoso saludo y felicitaciones por tus textos e ilustraciones, eres una artista.
Lo que está claro,ambos Ángeles, es que hay que disfrutar el momento porque nunca sabemos lo que la vida nos depara. Y está bien tener bonitos recuerdos en los que refugiarse cundo nos hace daño. Besos y abrazos a los dos y gracias por vuestros comentarios.