19. Futuro fantasma
‘No hay futuro en tu vida’, sentenció, agitando sus miles de pulseras y abalorios, que decoraban su disfraz a lo Whoopy Goldberg en ‘Ghost’, mientras su oronda figura barajaba ante mis ojos unos ajados naipes una y otra vez.
Algún conocido me había comentado la existencia de la supuesta adivina. No recuerdo quién ni por qué le hice caso, ya que no creía en esas monsergas del más acá o allá. Pero, sin nada mejor que hacer un caluroso viernes por la tarde, allí me planté. Viendo pasar cartas llenas de soles, rayos, estrellas y calaveras sonrientes.
Qué absurda es la vida, pensé, mirando casi hipnotizado a las calaveras que parecían mirarme burlonas.
Con educación exquisita, ocultando mi cara de póker, pagué los cien euros de la ‘consulta’. Me despedí, sabiendo que acababa de ser estafado, y convencido de no volver jamás. Salí, sintiendo a mi espalda cómo los huesos de las calaveras se entrechocaban en una risa maligna.
Lo que no escuché fue el claxon del bus urbano que cruzaba el paso de cebra a la vez que yo.
Quienes viven del negocio de la adivinación suelen encontrarse con personas que, si acuden a ellos, es porque se lo creen. No parece el caso de tu protagonista, con lo que siempre quedará esa duda de «en brujas no creo, pero haberlas, hailas».
Un relato inquietante, con un fondo que plantea si las artes oscuras tienen o no una razón de ser.
Un abrazo y suerte, Esperanza.
Por si acaso, aunque a veces más valdría quedarse con la duda guardada en el bolsillo.
Gracias Ángel.
Suerte para ti también