38. Una buena mano
Es domingo por la tarde, llueve y hace frío. El joven llega a la residencia, entra en la sala de visitas y se sienta frente al abuelo. Le saluda mientras saca de su mochila un tapete de fieltro y lo extiende sobre la mesa, también unas fichas de colores y una baraja de póker.
El abuelo está serio, observa como el joven se pasa las cartas de una mano a otra con destreza. Luego como hace un abanico para mostrarle los naipes, lo cierra hábilmente con uno de los pulgares y, por último, monta un mazo. Da unos golpecitos con los dedos en la carta de arriba -mi toque mágico, dice- y se lo acerca al abuelo para que corte.
-No me gustan los naipes extranjeros -refunfuña el abuelo.
-Solo una partida -contesta el joven. Le hace un guiño, empieza a repartir cinco cartas a cada uno y añade-: Ahora te recuerdo el valor de cada jugada.
Antes de que el joven termine la explicación, el abuelo mira sus cartas con disimulo, descubre que tiene cuatro iguales y no puede reprimir la sonrisa.
El joven lo ve y suspira con la satisfacción de quien ha ganado la mejor apuesta.
En realidad no lo sabemos, porque no se especifica, pero este joven que emplea parte de su tiempo en visitar a su abuelo, que trata de entretenerle, es fácil que también intente que gane aunque sea con naipes extranjeros, con los que es muy hábil, para alegrarle al hombre la tarde. El muchacho vale un montón. Muchas veces pensamos en grandes héroes para las historias, sin apreciar que hay protagonistas con mucho mérito en muchas situaciones que, aunque puedan parecer menores, no lo son.
Un relato con un buen contenido humano.
Un abrazo y suerte, Aurora
Eso es, Ángel, ha preparado las cartas para que gane el abuelo. Es admirable la atención con la que lees y comentas todos los textos.
Muchísimas gracias
Abrazo
Muchas felicidades, Aurora. Es un magnífico micro que te llega muy adentro y con un gran ritmo narrativo que te lleva de la mano. Una mano tan buena como la del título. ¡Enhorabuena!
Un fuerte abrazo
Javier, muchísimas gracias por leer el texto, no sé si es bueno como comentas, no lo creo pero he disfrutado mucho al escribirlo, ya lo habrás imaginado…
Abrazos
Hola Aurora, yo también quiero felicitarte porque a mí también me ha gustado mucho tu micro; su pequeña-gran historia, su narrativa y su fácil lectura ayudan a llegar a la última frase sin darnos ni cuenta. Mi enhorabuena escritora.
Hacer feliz a unos padres o abuelos en una residencia, aunque sea solo un instante, es el mejor regalo que se les puede dar, antes de que se les apaguen las luces. Lo has descrito y escrito de maravilla, con esa partida de cartas marcadas. Una brazo muy grande y mucha suerte.
Isabel, me alegra mucho recibir tu comentario, qué bien lo has leído, ¡muchas gracias!
Abrazos
Javier, me gusta eso que comentas del mejor regalo antes de que se les apaguen las luces, genial descrito. Muchas gracias
Abrazo
Una breve-gran historia de amor filial y respeto.
Si tuviera que definir este micro con una sola palabra, esa sería: entrañable.
Enhorabuena Aurora.
Has descrito muy bien , en pocas líneas, una actitud que, por poco habitual, nos resulta extraordinaria. Has sido sutil con la intención del joven dándole una buena mano al abuelo y alegrándole la semana seguramente. Me ha gustado mucho.
Cecilia, me encanta el significado de la palabra «entrañable» (aunque a veces la pronuncio mal ja,ja,ja), es una de mis palabras favoritas, muchísimas gracias por incluirla en tu comentario.
Abrazos
Igor, eso es, como dices seguramente le ha alegrado, no solo la tarde, la semana entera…
Muchas gracias por tu comentario
Abrazos