74. Biónica
Desde que mi mujer volvió de la operación comenzó a comportarse de forma extraña: repetía una y otra vez la misma frase, sin inmutarse ni levantar siquiera una ceja. Entonces reparé en nuevos detalles, como lo de encerrarse con pestillo en nuestro dormitorio, media hora, tres veces al día. O los extraños calambres que sentía al acariciarla mientras duraba la tormenta, las continuas interferencias de la conexión a internet y esa facilidad para las cuentas que antes lograba resolver con los dedos de las manos.
Ahora, revisando la factura de la luz, ya no tengo dudas.
¡Qué bueno, Elena! Muy bien llevados los «síntomas» hasta el diagnóstico final. or cierto, ¿de qué era la operación?.
Un abrazo y suerte.
Hablo por mí, que soy de letras puras, pero tal vez no estaría de más, en algunos casos, abrirse a la implantación de algún mecanismo que ayudase llevar las cuentas de forma correcta, pero sin dejar de ser humano, claro, que no le sucede a la mujer de tu protagonista, quien se ha convertido en otra cosa. Además, al precio que se ha puesto la electricidad, no es un buen negocio. Este hombre tiene todo el derecho a poner una reclamación.
Un relato entre el humor y lo inquietante.
Un abrazo y suerte, Elena