80. PROTOTIPOS (Domingo J. Lacaci)
La discusión dentro del coche se iba acalorando. Juzgas sin pensar, decía mi padre. Mi madre solo pedía que cambiáramos de conversación. Me parece fatal eso del Estado adjudicando familias biónicas a los huérfanos, repetí. Lo escuché en la radio, y es horrible incluso planteado como teoría. Tras esa frase vinieron la curva, el frenazo, el vuelco, el bosque y el largo silencio bañado de cristales.
La rama de roble había atravesado primero el parabrisas y después el pecho de mi padre. Apenas consciente me acerqué a él. De la enorme herida salían engranajes, manguitos rotos y mucho aceite. Luego, mi cerebro entró en tinieblas y no recuerdo nada más. Salí del coma semanas después y vi a mi madre sentada junto a mi cama. Poco a poco me fueron contando que mi padre había fallecido. Y eso de los engranajes que cuenta el muchacho son malos sueños que puede provocar la morfina, dijo el doctor, es bastante habitual.
Mañana me caso y ahora ensayo el vals con mi madre en nuestro salón. Giro y giro y giro, y la quiero tanto que carraspeo constantemente por no escuchar en cada vuelta ese desquiciante chirrido metálico apenas perceptible desde su cadera.
Si tu protagonista era adoptado hubiera sido mejor que se lo hubiesen dicho, la verdad siempre por delante, de todas formas y a la postre, siempre se acaba conociendo. En esa información habría que haber incluido el dato de que los padres eran máquinas. En todo caso, mejor unos padres impostados y creados a medida que un huérfano carente de todo amparo y solo en la vida, aun a pesar de la opinión del afectado. Una sociedad futura que se ocupa y preocupa de los débiles, aunque sea de forma un tanto peculiar, no puede decirse que sea mala cosa.
Un abrazo y suerte, Domingo
El estado del bienestar llevado al extremo. Os cuidamos sin que lo sepáis, y así debe seguir siendo porque no lo entenderíais. Dejadnos hacer a nosotros que ya sabemos lo que os conviene. Incluso os protegemos de vosotros mismos. Bien visto, Ángel. Y bonita tertulia de sobremesa la que dejaría este asunto, ¿verdad? Gracias por tu detallado comentario. Y como siempre, gracias por leerme, que tiene su mérito 😉. Abrazo fuerte.
Si, parece que les llega el momento ya de hablarlo.
No hay otra.
En cualquier caso, el micro me ha dado un punto de ternura, ese hijo queriendo a su madre, unida a él por un secreto. Partiendo de ese punto de ternura… que lo hablen.
Me gustó, felicidades
Luisa,me alegro mucho que te haya gustado. Efectivamente, quería mezclar en la Túrmix el acero inoxidable, el titanio y lo hidráulico con el mayor vínculo que existe, en mi opinión: el amor materno-filial. Estoy abierto a debates, pero yo diría que es el más potente pegamento del universo. Y qué bueno que te haya gustado la mezcla 😊. Muchas gracias por echar un rato en leer mis cosas. Abrazote, Luisa.