23. El detective privado y los extorsionadores (Paloma Hidalgo)
Yo estaba con papá cuando llegó el primer anónimo. Lo sacó del buzón, lo leyó, y a la papelera. Con mi hermana descubrió el segundo. La nota, escrita en mayúsculas, acabó en la basura. Cinco misivas más tarde, mi hermano mayor cambió de sistema, yo recortaría letras en los folletos publicitarios, él buscaría modelos de cartas de extorsión, y Elsa pegaría todo. Papá empezó a guardar aquellas misivas, si iba a la policía, le harían falta pruebas. Esa noche suspendimos la misión. Para conseguir aquella videoconsola nueva, iba a ser necesario pillar a mamá con el señor con el que había empezado a quedar en una cafetería del barrio. Seguro que a ella la idea de comprar las fotos comprometedoras que los extorsionadores dicen poseer-y de papá y sus dos amigas tenemos, alucinante las cosas que hacen los mayores- por solo 863,25 euros, le parece mejor que al incrédulo de papi. Lo malo va a ser hacer esas fotos, él no sube a casa ni cuando papá viaja. Jorge está convencido de que siguiéndoles, ya les ha visto intercambiando papeles y apretones de manos, si no podemos comprarla antes de las vacaciones de Navidad lo lograremos antes de las de verano.
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Mensajes anónimos con autoría joven, que buscan conseguir lo que no obtienen ppr otros medios, basándose en información delicada que sus padres cuidan bien de ocultar; en otras palabras, son unos maestros del chantaje. Tal vez no sea muy ético, pero menos aún lo es lo de sus progenitores.
Un relato muy divertido y original, seguro que tan interesante como los del libro que acabas de publicar, que estoy deseando tener entre manos. Un abrazo y suerte, Paloma.
Ángel, un gustazo leer tu comentario. Siempre lo es, solo puedo agradecer el tiempo que les has dedicado a estos tres chantajistas.
Un abrazo de tomo y lomo
Me es familiar esta mujer, no sé, creo haber leído algo suyo alguna vez. Pero prefiero no comenta, si es quien creo que es, ya sabe lo que pienso.
Increíble la creatividad y planificación de estos «pichones de extorsionadores» que, a través de sus creativas misivas, no dudan en poner a papá y a mamá (que se meten los cuernos mutuamente) contra las cuerdas, con tal de conseguir lo que quieren… De los dos, mamá parece ser que la más crédula e influenciable, así que no creo que pase mucho tiempo para que consigan el dinero para esas videoconsolas que tanto desean, mucho menos teniendo en cuenta al detective-topo-soplón que vigila y reporta las reacciones de los dos progenitores…
Me encantó, Paloma, tan literal y creativo abordaje del tema de los «Anónimos»…
Besos y abrazos patagónicos😘😘🤗🤗
Mariángeles😇😇
Qué amable, Mariángeles, da gusto saber que te ha gustado esta historia de los dos pichones, te lo compro jajaja, me encanta el término que has otorgados mis personajes..
Besos alcalaínos de vuelta para ti.
Es impresionante lo materialistas que nos estamos volviendo, no sólo los adultos sino también los pequeños, que al fin y al cabo reproducen ejemplos. Estos hermanos, en lugar de estar disgustados por la infidelidad de los padres, la utilizan por medio de anónimos (eso sí cada vez más trabajosos) para conseguir la dichosa maquinita. Me da que la madre, con el señor de los papeles con el que se ve en una cafetería del barrio, no está precisamente iniciando una relación. Pero los chicos así lo han interpretado, teniendo de esta manera la opción de que el chantaje sea doble. «Malo sea que alguno de los dos no trague el anzuelo», pensarán. Me parece muy divertida e ingeniosa tu propuesta, Paloma. Un abrazo y suerte.
Has dado en el clavo, tu interpretación del relato es de diez. Muchas gracias por compartir conmigo este comentario tan bien enfocado.
Un abrazo para ti tambié