41. Siembra y cosecha
Soy tu conciencia, comenzaba la carta. Estaba en mi buzón y parecía mi letra, pese a que no recordaba haberla escrito ni metido dentro. Estas cosas pasan, continuaba la misiva, como al hilo de mi pensamiento, los universos paralelos se cruzan a veces, es más común de lo que piensas. Llegando a este punto, contemplé la idea de pedir cita con el loquero, pero ya se sabe que la curiosidad mata al gato y, como buena felina, seguí leyendo:
El motivo de esta carta es avisarte que el mundo onírico ha tomado buena cuenta de tu apatía al recibir multitud de quejas: un sin fin de folios en blanco te acusan de no dar tinta al agua. Por todo ello, las criaturas anónimas que guardas en tu cabeza seguirán causándote migrañas e insomnios hasta que asumas que solo el acto de la escritura puede darte el descanso que necesitas. No digas que no te lo hemos prescrito.
Firmado:
Tu conciencia y demás demonios internos.
Como comprenderéis, no podía guardar la carta (más bien advertencia) sin darle una intención creadora. En eso estaba cuando me desperté y, antes de olvidarme de todo, me puse a escribir esta historia.
Dar tinta al agua, aunque más no sea en sueños, tiene su gran recompensa: esas miles de historias que amanecen con nosotros para escribirse y escribirnos… Quien conoce el descanso de escribir una buena historia sabe de su poder sanador, y en ese sentido, vos, yo y todos los entecianos que nos leen, y que leemos, sabemos lo afortunados que somos…
Hizo muy bien esta chica en oír y leer a su conciencia…
Me encantó este micro de siembra y cosecha, Manoli, felicidades…🥰🥰
Besos😘😘
Mariángeles😇😇
Muchas gracias, Mariángeles, por tu atenta lectura y generosas palabras. La escritura, ciertamente, llega a ser una adicción y, a la vez, una liberación, por eso cuando pasamos épocas de sequía la tensión no se descarga y pasan estas cosas como las que cuenta la protagonista de este texto.
Un enorme abrazo.
El acto de escribir es complejo, algo contradictorio. Por un lado requiere soledad y esfuerzo, como todo trabajo. Por otro, supone un desahogo, un alivio, un descanso, una transfiguración mágica, algo que, simplemente, no se puede dejar de hacer, salvo que se quieran sufrir consecuencias perniciosas como de las que se le advierte a tu protagonista a través de un anónimo, que no es más ni menos que su propio yo.
Un relato sobre la escritura como terapia necesaria, razón de ser, declaración de principios sobre un modo de vida.
Un abrazo y suerte, Manoli
Como bien dices, Ángel, el acto de escribir requiere cierta concentración mental y esfuerzo, aunque también otorga como recompensa un desahogo y esa transformación que experimentan las cosas al ser contadas, la alquimia, presente en el acto mismo de toda creación.
Muchas gracias por leer y comentar, Ángel.
Un abrazo.
Has relatado a la perfección el acto de la creación, cuando la inspiración aflora y cobran vida las historias. Muy buen micro, Manoli. Enhorabuena. Besos.
Muchas gracias, Pilar. Cuando escribimos puede servirnos de inspiración incluso el bloqueo, todo puede convertirse en historia si le prestamos atención (y vencemos la desgana, claro).
Me alegra que te haya gustado.
Un abrazo.
Qué bueno, Manoli. Qué bueno!
Muchas gracias, Yolanda, me alegra que te haya gustado. Lo cierto es que me pasa igualito que a la protagonista del texto, mi conciencia no me deja dormir y me pide que escriba (aunque sea sobre el bloqueo) en fin…
Un abrazo inmenso.
Hola Manoli, por supuesto que pienso, como todos, sobre nuestra necesidad de escribir, sobre nuestro uso de la escritura como terapia. Sin embargo, a veces, encontramos mucha dificultad a la hora de crear un texto lleno de exigencias, ya sean impuestas o creadas por una misma. Al cabo del tiempo, esa historia ha seguido dando vueltas en tu mente; aparece y desaparece a su antojo y de vez en cuando, suena un «Tilín» para que sepas que está todavía por ahí rodando; sin embargo, también nos puede ocurrir que es tan intenso su poder que no te dejará en paz hasta que te sientes y la escribas. Llámalo conciencia.
Estupendo micro. Nos leemos.
Muchas gracias, Isabel Cristina, por tu lectura y palabras.
En efecto, el acto de la escritura es como una pulsión a la que tenemos que darle salida y forma.
Un abrazo.