05. TERAPIA MOTIVACIONAL (Ángel Saiz Mora)
Con el grado recién concluido, además de un master en Psicología Geriátrica, tuve claro que deseaba hacer prácticas en aquella residencia para la tercera edad.
Mi padre se había vuelto una sombra, sin ilusiones desde la muerte de mamá, pero allí revivió. Sus últimos años estuvieron marcados por el entusiasmo. Los días de visita miraba el reloj, sin disimular un gran interés en volver a su actividad cotidiana. No era el único. Se respiraba un bienestar placentero y colectivo.
El centro busca las mejores interrelaciones entre ancianos y ancianas, fomento de la compañía y estimulación del ejercicio saludable. Se pretende que vivan con intensidad, el disfrute óptimo de su tiempo necesariamente breve, dadas las edades avanzadas.
Este ideario, visto desde fuera, resulta perfecto, no así los objetos abandonados a menudo en los pasillos, un zapato aquí, una dentadura postiza allá, fruto del descuido, o de alguna urgencia.
Pronto me ofrecieron un contrato indefinido. En ello influyó mi pequeña aportación que, en palabras elogiosas de la directora, mejora la calidad de vida de los residentes, al tiempo de empatizar con sus deseos y necesidades. El cartel de «no molesten» en los picaportes de las habitaciones fue muy bien acogido.
El amor no tiene edad. Nos hartamos de decirlo pero a veces se nos olvida verlo en nuestro entorno inmediato. Estoy segura de que los residentes de tu relato te estarán muy agradecidos por haber hecho de Cupido.
Magnifico micro, como siempre, Ángel. Un abrazo.
Parece que a ciertas edades hay muchas cosas vedadas, pero mientras la salud responda, con la sabiduría de los años y la conciencia de aprovechar el tiempo, qué sentido tienen los límites.
Gracias por leer y comentar, Ana María.
Un abrazo
Parece que el amor libre que defendían las juventudes hippies encuentra su mejor contexto en tu residencia de ancianos. Me parece un gran hallazgo la idea, y muy buena la historia que has creado con ella. Una vez más, tus personajes rebosan vida y son movidos por razones muy creíbles. Enhorabuena, amigo Ángel, y mucha suerte en la selección del jurado. Un abrazo.
Las modas van y vienen, o quizá lo que hacen, en realidad es adaptarse a cada época, porque nunca se marchan del todo. No cabe duda que lo que derive de la pasión siempre estará ahí, de una forma o de otra. Estos ancianos se aferran a la vida con intensidad y sin demasiadas cortapisas, con el convencimiento de que poco tienen que perder y aún les queda por disfrutar.
Muchas gracias, Enrique
Un abrazo
Tal vez sea desde el humor una buena manera de abordar un asunto tan controvertido, y tú lo haces muy bien. En unas circunstancias donde parece que sólo se puede elegir entre lo malo y lo peor,diseñas un modelo al que dan ganas de apuntarse. Me ha parecido genial. Suerte y un abrazo.
No sé si te has inspirado en la reciente polémica de Telmo Irureta en relación a la prostitución versus asistentes sexuales que tan de actualidad está, como consecuencia del Goya que le han dado por la película La Consagración de la primera. Un tema candente narrado con la maestría a la que nos tienes acostumbrados.
Enhorabuena, Ángel y mucha suerte!!
Abrazo!!
Siento confesar mi ignorancia. No he visto la ceremonia de los Goya, ni ninguna de las películas hasta el momento, tampoco tengo noticia de esa polémica, pero me apunto este título, a ver si se pudiera ver en alguna plataforma.
Muchas gracias, Juancho.
Un abrazo
Narras de forma tan cercana, tan real y al mismo tiempo con tanta fuerza y tanta serenidad que da gusto adentrarse en tus historias, además con ese toque de humor marca de la casa, en este caso esos zapatos depeedigsdos junto a las dentaduras por la prisa por llegar a la habitación y no precisamente para dormir, o el entusiasmo del padre que desea que el hijo se marche pronto para dedicarse w esos menesteres, los hacen aún más gratos y entrañables.
Mucha suerte, Ángel, y un abrazo.
Una residencia con una política semejante es muy probable que fuese motivo de escándalo para muchas personas, pero quién sabe si no podría ser también un modelo a seguir. Buscar la felicidad sin hacer daño a nadie debería respetarse siempre. Quién sabe si no veremos algo así algún día.
Gracias por tu lectura y tus palabras, Paloma
Un abrazo
Ángel,
Qué bueno lo del cartel «Don’t disturb» en los pomos de las puertas, me ha encantado. Dicen que la edad no protege del amor, pero el amor protege de la edad y, además, si hay motivación por parte de los cuidadores -algo extraordinario-, entonces ya nos encontramos con la situación perfecta como tu texto.
Abrazo
«La edad no protege del amor, pero el amor protege de la edad». Me apunto esta frase, que creo que encaja bien con el fondo de esta pequeña historia. Mientras las personas tengan planes, ilusiones, inquietudes y ganas de vivir, la edad es lo de menos.
Muchas gracias, Aurora.
Un abrazo
Hola Ángel,
Tu micro me ha gustado mucho. Creo que describes muy bien la política de la residencia, y como de un principio cargado de términos técnicos, acaba en una descripción muy gráfica de la solución encontrada. Muy bueno ese final con el cartel de “No molesten”. Enhorabuena.
Tras los términos legales y técnicos, que pretenden ser correctos y a veces resultan un tanto fríos, está la puesta en práctica, el contacto con la realidad, las personas, en suma. El cartel con el conocido mensaje de tan solo dos términos comunica y hace pensar más y mejor que cientos de palabras.
Muchas gracias, Fernando.
Un abrazo
Hola Ángel, has conseguido con tu relato introducirnos en ese mundo tan único y especial. Además nos das pistas de lo que se cuece allí y de las mejoras que si son adecuadas, son bienvenidas.
Suerte y abrazos
Hijos que ven felices a sus padres ancianos, personas de edad que viven una segunda juventud, o incluso la mejoran. Sí que parece un lugar especial del que nadie parece tener queja, salvo el desorden en los pasillos, aunque ya sabemos que nada ni nadie es perfecto.
Muchas gracias, Calamanda.
Abrazo
Cuanfo ambas cosas, la terapia y la motivación, son justo lo que se necesita, las cosas no pueden sino mejorar: el hijo encontró en el padre su propósito en la vida (lo que los japoneses llaman «ikigai») y el padre encontró, a su vez, la savia que supo sacarle hasta el último achaque de la vejez… Se pasó el muchacho con el cartelito de «No molesten», y por lo contento que dejó a todo el mundo, está claro que trabajo no le va a faltar… Salvando las distancias, tu micro me recuerda a los viejitos de la película «Cocoon»; si no la viste, te la recomiendo…
Para terminar, sólo decirte que aquí también se da lo que comentás en mi micro, que en breve pasaré a responderte: lo mucho y lo bien que las acepciones de ciertas palabras clave, se resignifican con las líneas del final…
Como siempre, un placer leerte, Ángel querido…
Besos y suerte para vos 😘😘
Mariángeles😇😇
Cuando ambas cosas, la terapia y la motivación, son justo lo que se necesita, las cosas no pueden sino mejorar: el hijo encontró en el padre su propósito en la vida (lo que los japoneses llaman «ikigai») y el padre encontró, a su vez, la savia que supo sacarle hasta el último achaque de la vejez… Se pasó el muchacho con el cartelito de «No molesten», y por lo contento que dejó a todo el mundo, está claro que trabajo no le va a faltar… Salvando las distancias, tu micro me recuerda a los viejitos de la película «Cocoon»; si no la viste, te la recomiendo…
Para terminar, sólo decirte que aquí también se da lo que comentás en mi micro, que en breve pasaré a responderte: lo mucho y lo bien que las acepciones de ciertas palabras clave, se resignifican con las líneas del final…
Como siempre, un placer leerte, Ángel querido…
Besos y suerte para vos 😘😘
Mariángeles😇😇
Cuando la gente está satisfecha es que algo se ha debido de hacer bien. Los métodos tendrán su importancia, pero lo vital son los resultados. Esta residencia parece haber sabido tocar las teclas adecuadas para el bienestar de sus residentes. Sé de la existencia de la película que mencionas, pero nunca he llegado a verla. Como le he dicho también a Juancho en respuesta a su comentario, en el que también ha mencionado otra, me la apunto para verla en el futuro.
Agradezco mucho tu lectura y tus palabras, Mariángeles.
Un abrazo
Me agradan mucho tus relatos porque siempre escoges personajes muy acertados, con los que empatizamos fácilmente, como es el caso en este bello y divertido relato. Otra de las cosas que admiro es que eres capaz de enseñar sin mostrar. Nos dejas las pistas suficientes, esos zapatos, esa dentadura, para que veamos lo que tú nos has diseñado en tu hermoso tapiz. Por otra parte, gran título y perfecto final como colofón a tu historia de amores alocados, que sin duda darán más vida a esos residentes con prisas por despachar a sus familiares y volver a su nueva rutina.
Te deseo mucha suerte, Ángel.
Siempre es un placer leerte.
Estoy convencido, como tú sabes de sobra, que la vida cotidiana es un caldo de cultivo inacabable de historias, no es necesario transportarse a planetas remotos, aunque esto también tiene su encanto, hay muchos mundos dentro del nuestro. Estos ancianos están realmente motivados, tienen ganas de vivir, ojalá fuera posible que en la realidad algo así ocurriese siempre.
Leerte a ti sí que es un placer. A la espera quedo de tu propuesta.
Mil gracias y un abrazo Pablo
Hola, Ángel.
Decir que me ha gustado tu relato se convierte en una reiteración, pues no publicas ninguno que no me guste. En éste, además, abordas un tema de la más absoluta actualidad: el bienestar de las personas mayores. Ojalá este asunto se convierta realmente en una prioridad para la sociedad en general y para las instituciones públicas y las empresas en particular.
Me ha encantado el tono de humor con el que has tratado el tema, poniéndolo en valor sin dramatismos.
Te envío mi típico cálido saludo, estimado tocayo.
Tenemos una deuda con las personas mayores, ellos son los artífices del mundo que tenemos, con sus defectos, sin duda, pero también con sus logros y esperanzas. El respeto hacia ellos debería ser absoluto, las políticas para que en los últimos años viviesen lo mejor posible habrían de ser una constante.
Ya sabes que yo no me pierdo tus relatos, en los que late el deseo del trabajo bien hecho, convertido en realidad y buenas letras.
Muchas gracias, tocayo. Un abrazo grande
Hermoso y, también, duro relato, Ángel. Lástima que los últimos años en este mundo sean tan penosos para algunas personas. Y más lástima aún es el hecho de que sea el beneficio económico el que prime antes que su bienestar la mayoría de las veces. Pobres queridos ancianos. Un abrazo, amigo.
El deterioro físico, la enfermedad y el olvido, penden sobre un colectivo de personas que han vivido y luchado mucho, a las que debemos tanto que no puede ni contarse, con quienes debiéramos estar permanentemente agradecidos y corresponderles como merecen. La realidad, por desgracia, no siempre es así. En esta pequeña historia creo que hay, al menos, voluntad por parte de quienes les cuidan de atender a sus necesidades.
Muchas gracias, Puri.
Un abrazo
Muy bueno, Ángel, eso sí es una residencia para la tercera edad y no los depósitos de ancianos a los que estamos acostumbrados. Sería fantástico que las personas internadas en esas residencias pudieran tener una vida mejor y sin dudas una vida sexual activa sería fundamental para lograrlo. Ojalá lleguemos a ver allí los carteles de “no molestar” Estaríamos viviendo en un mundo mejor.
Enhorabuena. Un abrazo y suerte.
Si ello se tradujese en el mejor de los fines, ojalá, como bien dices, se regularizase la colocación de esos carteles.
Muchas gracias, Jorge
Un abrazo
Hola, Ángel, está visto que el protagonista ha dado en el clavo encontrando la manera de mantener motivados a los residentes. La motivación es la mejor terapia, y a esas alturas de la vida en que parece que está ya todo hecho y vivido, más.Muy acertado el toque de humor que le has puesto al ambiente de la residencia, y qué simpática la idea del cartelito. Nos muestras un ejemplo de estos centros mucho más amable de lo que suelen ser. Un abrazo y suerte.
La motivación es lo que hace que un trabajo funcione, algo también aplicable al ámbito familiar y a cualquier actividad. Si estos ancianos tienen motivos para vivir, ganas de hacerlo e ilusión por estar juntos un día y otro ya tienen mucho ganado.
Muchas gracias, Juana.
Un abrazo
Hola Angel: tu relato es muy realista, por un lado la cara amable del centro y por otro el zapato, la dentadura…,lo normal. El detalle del cartelito pone ese toque dulce y «picarón». Un relato positivo a pesar del tema a tratar.
Enhorabuena y suerte
El final de la vida suele ir, demasiadas veces, acompañado de tristeza, limitaciones, soledad y hasta drama. Un poco de dulzura, picardía y alegría siempre son bien recibidas, más aún, pienso, yo, en la vejez que no anda sobrada de ninguna de estas facetas.
Gracias, Pilar.
Un abrazo
Hola Ángel, después de leer tu relato me han surgido tantas dudas respecto al tema «Amor y sexo en residencias» que estoy deseando de conversar un buen rato con una amiga, bastante joven, que dirige un centro de ancianos. Me ha encantado.
Nos leemos
Si te ha dado que pensar y ha suscitado tu interés ya me doy por contento.
Gracias por leer y me alegro que te haya gustado.
Un abrazo, Isabel Cristina
Bien Ángel, este relato da esperanza a un futuro más o menos cercano donde Dios sabe dónde acabaremos , pero tu propuesta es buena para ir buscando un lugar cercano a ese al menos. Suerte
Todos somos ancianos en potencia, si el cuerpo aguanta, claro. Es algo que deberíamos tener en cuenta. Si hemos de terminar en una residencia, creo que más de uno nos apuntaríamos a una similar a la de esta pequeña historia.
Gracias por leer y comentar, Manuel
Un abrazo
Jajaja, Ángel, qué ocurrencia… Lo de los carteles de «no molesten», no creo que los acepten aún en las residencias. El personal de las mismas están demasiado ocupados buscando dentaduras, zapatos y otras cosas, de l@s viejit@s
Me has hecho pasar un buen rato.
Un abrazo grande y suerte.
El cartel solo es un golpe de efecto final, una aportación más al espíritu y práctica de una residencia de ancianos peculiar, en la que impera otra filosofía muy distinta a la habitual y en cierto modo revolucionaria. Si se llegase a poner en práctica realmente, a modo de prueba, en algún establecimiento de estas características, siempre de forma voluntaria y con el consentimiento de familiares, claro, ya veríamos a ver si los ancianos/as eran más dichosos o no, que al final es lo que todos pretendemos.
Muchas gracias, Rosy
Otro abrazo grande para ti
Un relato que se trata con delicadeza y un tono no exento de humor temas que, con demasiada frecuencia, son considerados tabú. Además, contrasta con la triste realidad de muchas residencias en nuestro país. Ese contraste dota de un significado adicional al relato. Enhorabuena, Ángel.
Un abrazo y suerte.
Parece que los integrantes de lo que llamamos Tercera Edad tienen que tener todo mermado por norma, desde la ilusión a cualquier actividad humana, incluidas las más personales. No puede negarse que todo cambia, pero no tiene porqué desaparecer. En esta residencia tratan de que los ancianos vivan una vida plena; equivocados o no en sus métodos, al menos se preocupan por ellos más allá del mero mantenimiento.
Gracias por leer y comentar, Josep Maria.
Un abrazo
Ya me gustaría pasar mis últimos días en esa residencia peculiar. Siempre bromeamos con los amigos la idea de invertir en un «abuelario» propio donde nos cuiden y respeten nuestra libertad y ganas de vivir hasta el útlimo día. Me han encantado esos detalles de zapatos y dentaduras, y el broche final del «no molestar». Muy bueno. Un placer leerte siempre, abrazos muchos y muchísima suerte Ángel.
Creo que, a día de hoy, más de uno reservaríamos plaza en un lugar tan exclusivo, más bien único, en el que se toman tan en serio el bienestar real y diario de los residentes.
Me alegra que te guste. Gracias por leer y por tus palabras.
Un abrazo, Elena