35. Nirvana. Paloma hidalgo
Antes de acercarme, aunque esa mirada azul y salvaje con la que me observas no puede ser otra que la tuya, te voy a seguir un rato. Quiero estar seguro. No deseo sentir de nuevo el dolor de descubrir que no eres tú, mi amor. Recuerdo aún el bofetón que me propinó la vestal al acariciarle la mejilla, las risas del comerciante de sedas de Damasco tras lanzarme a besarle, y los gritos de aquella actriz, creo que se llamaba Lauren Bacall, llamando a seguridad al verme en su camerino. Esta vez parece que tú también me has reconocido, ralentizas tu caminar, tus pupilas atentas me buscan entre los otros usuarios del parque, y disimulas oliendo algún diente de león hasta que nuestras miradas vuelven a cruzarse y me reafirmo, solo tú podrías mirarme así. Ahora, me aproximaré, y quizás tras un momento de tensión, mi boca tan cerca da la tuya, tu nariz recorriendo mi anatomía, mi lengua pueda volver a recrearse en tus intimidades, como cuando empezamos a ser amantes hace siglos, y juntos alcancemos el nirvana, por fin, aunque sea reencarnados en husky y mastín napolitano, hasta que nuestros dueños nos encuentren.
Dos seres vivos que se atraen necesitan estar cerquita, incluso hasta que la muerte los separe, incluso más allá. Cuando la chispa es mutua la magia confluye, sin importar la especie de la que se trate.
La historia de una amor verdadero a través de los tiempos y las reencarnaciones, la muestra de que el amor todo lo vence, triunfa y es eterno, aunque a veces cueste encontrarlo, o reencontrarlo.
Has recreado una búsqueda difícil, pero no hay nada imposible cuando la motivación es verdadera.
Un abrazo y suerte, Paloma
En un viaje a Myanmar me contaron que hay siete estadíos que recorrer necesariamente antes de conseguir llegar al Nirvana, que estos siete pueden dividirse en varios a su vez, y que no siempre se reencarna uno en humano, ni en el mismo género. Y que al Nirvana no todo el mundo llega, que depende lo bueno que uno siga siendo en cada una de sus vidas, se suma o se resta, que incluso si la pifias del todo puedes perder la capacidad de reencarnarte de nuevo, y enfrentar la eternidad tal y como estés. Por eso a mi protagonista le he hecho deambular por la historia, y le he permitido tener una auténtica vida de perro, con todo lo que eso implica.
Eres un amable, qué te voy a decir que tú no sepas, y tus comentarios, un lujo.
Un abrazo.
Paloma consigues engañarnos hasta ese final en el que observas que tus protagonistas son dos personas reencarnadas en dos perros. Ellos, a pesar del tiempo y el espacio transcurrido se reconocen como la pareja que en el pasado disfrutó de una gran historia de amor. Un abrazo inmenso.
Enteciana de honor, un placer enorme encontrar tu comentario, muchas gracias, Gloría.
Un abrazote
Sí que ha viajado de un alma a otra, pero lo que haga falta por un final así, sobre todo, si no los encuentran nunca los dueños. Suerte
Gracias, Manuel, me imagino que ya harán ellos por evitar que les cojan, después de tanto tiempo, deben estar deseando alcanzar ese estado de felicidad absoluta al alcanzar el Nirvana
Muy original tu apuesta, Paloma.
Me encanta leerte, y lo sabes 😉
Un besazo.
Rosy, muchas gracias por leer y comentar, y por ser tan encantadora.
Besote de vuelta