10. Destino: las estrellas
Poco después de cumplir once años descubrí que mi destino era viajar a las estrellas.
Desde entonces, en mi biblioteca comenzaron a apilarse libros y revistas sobre viajes espaciales y al escritorio llegó un ordenador nuevo y potente con el que he podido investigar sobre el cosmos y muchas otras cosas; alguna a hurtadillas para que mis padres nunca se enteraran.
Pronto el techo y tres paredes de mi dormitorio se convirtieron en un cielo estrellado, mientras que el cuarto muro se llenó de fotos del espacio y de naves y astronautas. El ropero de los espejos se tuvo que marchar para dejarle su lugar a un cohete que un día aterrizó, plateado y enorme, convirtiendo a mi cuarto en un lugar fabuloso que me hubiese gustado mostrar a mis amigos. Pero a ellos ya no quiero verlos.
Han pasado algunos meses y hoy siento que el viaje está próximo: he oído a mi madre llorar, y me han dicho que ya no tendré que tomar las pastillas de astronauta y tampoco volverán los tratamientos horribles. Creo que lo peor ya pasó, y que ahora las estrellas están por fin, aunque demasiado pronto, al alcance de mi mano.
Las estrellas es el destino de todos, antes o después nos tocará hacer ese viaje. Tu protagonista va a hacerlo muy joven (él mismo dice que es «demasiado pronto») al menos, mantiene la ilusión de ir más allá, y ya ha empezado a despedirse de lo que ha conocido.
Un relato emotivo y lleno de sensibilidad.
Un abrazo y suerte, Jorge.
Gracias por tu comentario, Ángel. Como bien dices, es nuestro destino ineludible, por lo que más nos vale aceptarlo lo más naturalmente posible. Te confieso que me hubiese gustado escribir otro tipo de relato, uno menos triste, pero éste es el que salió y mi imaginación no tuvo la generosidad de brindarme una alternativa.
Un abrazo.
Hola, Jorge.
Un relato desgarrador, pero al mismo tiempo lleno de esperanza: el final no es tal, es un viaje hacia la luz de las estrellas.
Buen relato, caballero. Suerte con él. Un estelar y cálido saludo.
Hola Ángel.
Gracias por tu comentario, No sé si éste es un buen relato, en todo caso no es de los que me gustan como mis dos anteriores. Pero es lo que hay.
Un cálido saludo para ti.
Pues esperemos que el nuevo tratamienyo sin pastillas haga el efecto necesaio y vea estrellas reales y las alcance, de astronauta o de cualquier otra forma de ganarse la vida y crecer sin estigmas. Suerte Jorge.
Hola, Manuel.
Admiro tu optimismo sin límites y tienes razón, mientras hay vida hay esperanzas y es posible que mi protagonista finalmente llegue a viajar al espacio es una nave verdadera y no la que tiene en su cuarto.
Aradezco mucho tu comentario. Tu optimismo es contagioso y con él has logrado eliminar el regusto amargo que me había dejado mi relato.
Un abrazo.