53. TURNO DE NOCHE
Terminaba su labor apenas asomaban las primeras luces. Al irse dejaba tras de sí el cielo pálido y limpio, y un rastro neblinoso de soledad. Mientras, a ella le amanecía justo al salir para otro día más de trabajo. Se cruzaban en la escalera e intercambiaban tareas por hacer, listas soñolientas de la compra y algún beso manchado de rutina. Luego él entraba en el piso, bajaba las persianas y se apresuraba a dormir en la cama deshecha, antes de que se esfumara la tibieza que su cuerpo dejaba como un recado. Solo a veces, antes de cerrar los ojos, se atrevía a asomarse al saco con el que siempre cargaba. En su fondo brillaban las estrellas que había ido recogiendo toda la noche. Las mismas que le prometió aquella tarde lejana. Las que ahora no tenían tiempo de contemplar juntos.
Las parejas se forman conforme a unas expectativas, cuando todo son ilusiones y luces en el cielo. Luego la vida es otra cosa. Como le sucede a tus protagonistas, apenas si pueden coincidir a causa de sus diferentes turnos de trabajo. La rutina, el tiempo escaso y las obligaciones se convierten en una carga demasiado severa.
Un relato sobre los sueños y la realidad, con una carga poética que se mantiene pese a todo.
Un abrazo y suerte, Tomás
Me gusta Tomas, ¿a quien no le pasa esto? cuantos sueños e ilusiones al final se transforman en otra cosa. Esa sensación de amantes perdedores me encanta.
Hermoso relato que me recuerda a una época de mi vida en la que mi marido trabajaba de noche y regresaba justo cuando yo tenía que irme y le dejaba las sábanas tibias. Tiempos duros aquellos, en los que apenas teníamos tiempo para vernos por la tarde y para comprobar la desilusion y la dureza de la vida que nos había tocado vivir. Un abrazo, Tomás
Gracias, amigos, por vuestros comentarios. Siempre soñando y siempre chocando con la realidad. Pero el amor, de alguna forma, perdura por encima de todo. Abrazos.