02. Acecho y derribo
Más allá de la curva del mundo hay un hombre marrón robando miel a las abejas que anidan en un castaño centenario. Inmutable, fuma un cigarro apestoso mientras rebaña hasta la última gota dorada. Decenas de gatos verdes vigilamos sus movimientos sin decir ni miau. Estamos acostumbrados a ver lagartos hurgar en las entrañas de los exhaustos y culebras que chupan la sangre a los inocentes.
Después, con un velo en la mirada, se dirige como un autómata a un árbol cubierto de caracoles para recolectarlos en un saco. Su alma huele a amor podrido, a ego absoluto, a ambición insaciable. Esperamos pacientes que cometa un error para abalanzarnos sobre su rostro y sacarle los ojos. Lo hemos hecho otras veces, pero hay que tener cautela. Este tipo de bestias prepotentes suele cubrirse bien las espaldas.
Entonces, una niña blanca, como de nata, aparece cantando por el camino. Al hombre se le ilumina la cara: por fin un gesto de debilidad. Tensamos nuestras patas, afilamos las uñas.
Sin pensarlo demasiado le ofrece miel, le enseña los caracoles. Cuando abre su saco gris llega el momento. Un coro de maullidos le acorrala ensordeciendo su credibilidad, juzgando sus intenciones.
Ya es nuestro.
Qué bueno Eva! Me encanta esa «curva del mundo» y la » niña de nata».
Un abrazo.
¡Muchas gracias Yolanda! A veces escribo cosas raras… Un beso!
Lo primero que se me ocurre nada más terminar tu relato es decir nien por esos gatos.
La miel robada y los caracoles sustraídos mal están, pero lo de la niña no se podía consentir. Los mininos tenían claro contra quien actuar y, lo que es más importante para tener éxito: cuándo.
Una historia truculenta y al mismo tiempo llena de poesía.
Un abrazo, Eva. Suerte
Bueno, bien por los gatos…o no. A veces la trampa de no dejar espacio a las explicaciones o motivaciones ajenas es injusta. Hoy día se lincha a la gente desde el sofá por oleadas de simpatía o influencia viral. Pero sí, ese hombre marrón no parecía muy limpio. Un abrazo enorme y suerte para ti también, Ángel.
Hola Eva,
Ya veo que a veces escribes cosas raras y hermosas.
Nos leemos.
Hola Isabel, la hermosura a veces es rara, gracias por comentar. Nos leemos.
Un relato hermético y lleno de signos. Resulta arriesgado buscar significado a cada uno de ellos, como también dar una sola interpretación a la historia. Nada sabemos de las verdaderas intenciones del hombre marrón, aunque se le intuye una condición depravada. Supongo que es una premisa lo bastante válida como para que esos gatos hallen una excusa para cumplir su objetivo de sacarle los ojos. Excepcional propuesta, Eva. Enhorabuena y suerte con ella. Un abrazo.
Gracias Enrique. Los signos son interpretables por cada cual, la historia es la que es. Quienes son buenos o malos tampoco es importante, nadie lo es completamente , hay grises. Gracias por comentar. Un abrazo enorme.
Hola Eva: siempre digo que el mérito de un buen relato no es lo que se cuenta, sino cómo se cuenta. Y el tuyo no es raro, como tú dices, es bonito. Tiene algo de mágico. En cuanto al significado personalmente yo no me fiaría de esos gatos verdes je,je…
Encantada de leerte.
Saludos
Muchas gracias Pilar, esos gatos verdes tampoco parecen ser los buenos de la película, no. Tus palabras me llenan. A mi también me gusta a veces saborear las palabras. Encantada de que me leas.
Un saludo.
Bien Eva, me has traido a la mente al hombre del saco a un lobo libidinoso a una caperucita ingenua y unos gatos justicieros que han hecho lo que su instinto les ha llevado, que no parece equivocado. Suerte por ese mágico relato. Abrazos
El hombre del saco…ummmm bien traído 🙂 Gracias Manuel Un beso grandote
Eva, un relato mágico y magnífico, como todos los tuyos. Yo sí creo que estos gatos verdes son justicieros que se niegan a que este hombre marrón se salga una vez más con la suya y acabe con la inocencia y la vida de esta hermosa niña de nata. Un abrazo inmenso, preciosa, Eva.
Gracias por leerlo Gloria, y por tus palabras. Estos gatos verdes parecen mercenarios, creo que el hombre ya había sido juzgado de antemano. O no. Seguramente vigilar la llegada del momento fuera el único modo de ganarle la partida… Un beso enorme, cuídate valiente. Y gracias de nuevo.
Querida Eva, tu relato es inquietante, no solo por lo que cuenta, sino por cómo lo cuenta. Tu escritura, aparte de buscar la belleza a través de combinaciones originales y estimulantes, le ofrece al lector algo impagable: la fe en que comprenderá, en que aportarà de su interior a la hora de encontrar un sentido a una información que parece incompleta.
Da gusto leerte. Da gusto ese chisporroteo en mi cabeza, ese buscar agradable comezón de lo incierto.
Merecidísimo premio.
Besitos!!