36. Anotaciones
La mujer sabe que acaba de romper una regla de esas de piedra y cincel. Los dos últimos nombres que ha registrado no existían y, al menos hasta ahora, cada anotación significaba acabar con una vida. Lee varias veces esos dos nombres seguidos de su edad: Julieta Capuleto, 13, y Romeo Montesco, 16. Tan jóvenes. Ella casi siempre despide viejos, no sabe bien por qué; quizá porque sus nombres son más densos y se abren paso con facilidad a través de la tinta. Afuera la noche abandona el bosque cuando se levanta y se dirige al baño caminando entre paredes repletas de libros. Se lava la cara, las axilas y desprecinta otro día. De vuelta al salón, observa cómo la luz sesgada del amanecer devora centímetro a centímetro el libro abierto sobre el escritorio. Bosteza, languidece a pesar de ser inmortal.
Sale al jardín para despejarse. El nombre que lleva semanas rondándola —William Shakespeare, 33—, aún tardará en pasar por su pluma. Habrá otros que ocupen su lugar.
Cuando intenta sonreír, los pájaros huyen.
Esta mujer, con facultades de diosa y naturaleza inmortal, tiene la tarea poco grata de registrar los nombres y edad de quienes pasan al otro lado. Debería estar acostumbrada a esa labor después de tanto tiempo, pero le llama la atención el fallecimiento prematuro de dos jóvenes, nada menos que Romeo y Julieta. Sabe que al responsable de esos decesos aún le quedan casi veinte años de vida, sabe también que en sus obras dramáticas terminará con la vida de muchos, pero él es diferente y excepcional, tal vez por eso ha hecho lo que nadie hace, interesarse por ella, por alguien de quien hasta los pájaros huyen cuando intenta sonreír.
Desconozco si existe alguna deidad que responda a estas características, pero desde luego es un personaje muy potente, y no tan fría como en principio se la podría suponer.
Un saludo y suerte, Elena.
Pues por mi parte me ha llevado a la imagen de la propia muerte, eso sí muy ordenada y con visones de futuro, sabe a quién se va a llevar por delante aunque aún no existan. Inquietante el relato. Suerte Elena
Sí, muy inquietante. Desconoces quién es ese personaje que anota los nombres de aquellos que van a morir. Probablemente, como dice Manuel, se trate de la propia muerte que respeta y aplaza la fecha de partida del gran escritor.