53. Infierno invernal (Josep Maria Arnau)
El sintecho anda deprisa, sin mirar atrás. Una manta y una maltrecha mochila son su único equipaje; la barba descuidada y su ropa harapienta lo delatan. Azuzado por el frío, se dirige hacia el refugio. La calle está oscura, casi desierta. Solo un chico vestido de negro fumando en la esquina y unos pocos coches circulando.
Al llegar a la puerta del cajero, el sintecho suspira aliviado. No hay nadie y la puerta se abre sin dificultad. En la esquina, el aspirante a dios apaga el cigarrillo; el pestillo de la puerta del cajero lo arrancó hace días. Lleva un bidón lleno y la cámara del móvil preparada. En el averno, las pantallas de cientos de fieles esperan las imágenes.
«Aspirante a dios» o el mismo Belzebú en plena acción. Ponerse en la cabeza de un radical sin escrúpulos, con instintos asesinos, no es nada fácil. Hay pocas personas capaces de llegar tan lejos como este oscuro personaje, de ropa y de alma, pero uno solo puede causar un daño inmenso, Él creerá que es un elegido, un visionario, poseedor del poder de quitar la vida a capricho, una mano ejecutora necesaria para poner orden en la sociedad, según su particular y homicida idea.
Una historia intensa y, por desgracia, posible y creíble.
Un abrazo y suerte, Josep Maria
Muchas gracias por tu visita y comentarios, Ángel. Siempre ha habido “bestias” que se creen “dioses” y tienen un gran potencial destructivo. Pero la deshumanización actual de nuestra sociedad aumenta el riesgo de que aparezcan estos egocéntricos monstruos. Por desgracia, el mundo tecnológico de la comunicación en red puede ser un caldo de cultivo que facilite la manipulación a escala social. Sin sus fieles, esos dioses no existirían o su capacidad destructiva se reduciría.
Un abrazo.
Collons, Josep, la verdad que apenas comento los micros estupendos que leo por falta de tiempo, pero es que me has dejado de «pasta de moniato». Y mira que me estaba esperando un desenlace fatal desde que aspirante a dios apaga el cigarro…
Pronóstico: de cabeza al recopilatorio de 2023.
Muchas gracias por pasarte y comentar el relato, Rosalía. Y por tu generosa valoración.
Mi principal objetivo era conseguir un impacto emocional mostrando la maldad que se puede generar en nuestra sociedad. Y que puede quedar latente hasta que manifiesta su capacidad destructiva.
Un abrazo.
A ver ahora qué carajo escribo yo…
Menudo relato, Josep. En él, un desalmado se erige en juez, imagino que con el afán de » limpiar la sociedad» de seres improductivos sin importarle para nada esa vida, de una persona que no ha tenido suerte.
Muchas gracias, Gloria. Por tu visita y por comentar este relato sobre bestias que se creen dioses por encima de cualquier regla y derecho social. Quizá no hay nada más peligroso. Nuestra sociedad debe haberse olvidado de cosas importantes para que puedan aparecer este tipo de monstruos y consigan sus objetivos. Paradójicamente, la tecnología puede ser un instrumento a su servicio… difundiendo su “religión” y captando fieles.
Qué rápidamente has conseguido llevarnos hasta el horror.
Nos leemos.
Muchas gracias por pasarte y por leer el relato, Isabel Cristina. Y por compartir tu mirada.
Un abrazo.
Muchas veces detrás de estos seres tan malvados hay una vida de mucho sufrimiento. Lo curioso es que en lugar de empatizar con el desfavorecido, intentan vengar su mala suerte haciendo que otro sufra tanto o más que él. Además si pueden alardear de su maldad grabando sus hazañas, parece ser que ganan posiciones frente a los que son como ellos. Como siempre se dice, el ser humano es capaz de todo, tanto en lo bueno como en lo peor.
Un micro que refleja una situación terrible, que por desgracia se ha repetido en más de una ocasión. Impactante, durísimo este «aspirante a dios» que nos presentas. Muy logrado, Josep Maria. Enhorabuena. Suerte con él. Un abrazo.
Muchas gracias por tu lectura y por tu generosa valoración, Juana María. Comparto contigo que quizás la raíz de muchos comportamientos malvados sea la absoluta falta de empatía. Nuestra sociedad tiene muchos deberes pendientes para restaurar tantas cosas de valor que se van quedando en el olvido.
Un abrazo.