60. Demasiado tarde (Juana Mª Igarreta)
Aunque todavía nadie ha logrado verlo de cerca, su escurridiza presencia está generando gran inquietud en el pueblo, ocupando cada vez más espacio en la mente y vida de los lugareños. Los rumores no cesan: que si no está claro si es humano o se trata de una bestia, que si se oculta en las proximidades del río, que si lo han visto merodeando por las huertas al acercarse la noche…
Es tal la alarma generada entre los vecinos que han acordado que ningún menor salga solo a la calle, y que todas las puertas y ventanas estén permanentemente cerradas.
Ante lo insostenible de la situación, un grupo de avezados cazadores ha decidido por su cuenta salir en busca y captura de la peligrosa alimaña.
Todavía no ha amanecido cuando fray Tomás recoge su hatillo dispuesto a recuperar la confortabilidad del convento. Tras haber deambulado durante días de cueva en cueva, ninguna se acomoda a sus maltrechos huesos. Piensa que es demasiado tarde para emprender una vida de auténtico eremita. La bala en el pecho se lo confirma.
Hola, Juana. Parafraseando al conocido refrán, aquí el hábito tampoco hizo al monje, en este caso, fray Tomás, que en vez de recibir el confortable calor del convento, terminó recibiendo una bala…
Salvando las diferencias, tu micro me recordó a la película «La aldea», donde también la gente del pueblo cuidaba de los menores y se encerraba a cal y canto por temer a un «monstruo» que en realidad no lo era… Supongo que en ningún momento fray Tomás se sacó el hábito (seguramente también tendría la capucha puesta, y eso contribuyó a darle esa imagen bestial), de otro modo, los cazadores hubieran podido ver que no era un monstruo…
Qué peligrosos que somos los humanos cuando elucubramos; nos hacemos la cabeza sin siquiera preguntarnos si lo que vemos es real o nuestros ojos nos están engañando…
Gracias por este micro que he disfrutado leer.
Cariños,
Mariángeles😇😇
El miedo es un mecanismo de defensa, pero también puede volverse en contra de quien lo padece, cuando se retroalimenta y agranda de forma incontrolada, como una bola de nieve. La distancia y el temor ha hecho que estos lugareños disparen primero y pregunten después, dando por hecho una realidad exagerada y sin fundamento. Los solitarios no siempre son comprendidos ni bien recibidos. Fray Tomás, al menos, ha contado la espiritualidad total que buscaba, solo que de una forma brusca y antes de tiempo.
Una historia muy bien construida y todo un estudio sobre la psicología humana.
Un abrazo y suerte, Juana
Hola, Ángel, sí, tal como dices, el miedo infundado sobre algo o alguien simplemente por resultarnos desconocido o extraño, nos puede llevar a conductas totalmente ilógicas e injustas contra los demás. Nada se puede dar por supuesto, debemos tener unas razones muy claras y saber actuar en consecuencia. Mil gracias por tu generoso comentario. Un abrazo.
Hola Mariángeles, no conozco la película que citas, pero igual curioseo un poco sobre ella.
Ante lo desconocido muchas veces surge el miedo. Y si este se ve alimentado por rumores que no cesan, la incertidumbre se va agrandando al mismo tiempo que la imaginación, creando una situación totalmente irreal. En este caso fray Tomás, ajeno a lo que su presencia estaba originando, acaba pagando muy cara su intentona de vivir como un eremita. Mil gracias por tu interesante comentario. Besos agradecidos.
Un relato en el que creas una atmósfera misteriosa y generas expectativas mediante las voces de los lugareños. Y nos muestras cómo el miedo irracional a lo desconocido puede generar actitudes defensivas desmesuradas y también irracionales. El pacífico monje, que decide buscarse a sí mismo emprendiendo una nueva vida, tiene que salir de su zona de confort y se encuentra un mundo real desquiciado. Consigues que el relato fluya y acompañe al lector a través de la desconexión entre ambos mundos. Hasta llegar a un duro final que confirma los peores presagios.
Enhorabuena, Juana María.
Un abrazo y suerte.
Hola, Josep Maria, sí, el miedo guarda la viña se suele decir, pero, como en todo, dentro de lo razonable. Todos los excesos traen malas consecuencias. Como bien dices, el monje ha encontrado un mundo desquiciado y ha resultado ser víctima del mismo.
Mil gracias por tu generoso comentario. Otro abrazo para ti.