13. En el amor todo vale
Desde entonces, desde aquella madrugada fatídica del accidente, lo he intentado todo buscando la forma de estar contigo aunque solo fuera por unos instantes: Un beso, tu mano entre mis cabellos. Tu aliento cerca de mí… Al principio pensé que quizás podríamos encontrarnos en el sueño, pero es difícil que tu mundo y el mío lleguen a coincidir. Miro tus fotos, escucho tus últimos audios, y lloro, porque nada de eso me consuela. Hasta he probado con el Ouija y ni así logré sentirte a mi lado. Así que, al final no tuve más alternativa. Y aunque sé que no es lo correcto, he movido hilos, he tirado de contactos y ahora… aquí estás: La misma carretera, la lluvia. y tú, que siempre entras las curvas demasiado deprisa. Pero tranquila, cariño. Te prometo que no sufrirás.
Es ley de vida que irrumpa la muerte, que en las parejas uno u otro se marche primero, por causa natural o por hechos sobrevenidos, como es el caso, por un accidente. También es humano echar de menos al ausente, por mucho que digan que la vida sigue. Todo ello es aplicable para quien queda. Lo que no sabemos es si habrá vida tras la muerte, ni lo que siente quien se fue para no volver. En todo caso, intuimos que no ha de ser fácil la conexión entre los dos mundos. Tu protagonista, que perdió la vida en la carretera, ha logrado que su pareja, responsable del hecho, se vea en las mismas circunstancias, con una mezcla de amor y deseo de estar juntos, pero puede que también con un resentimiento no confesado pero muy ptesente.
Un relato que demuestra el tesón por encontrar un canino hacia la persona que queremos tener cerca en toda circunstancia.
Un saludo y suerte, Marta
Hola Marta,
yo no creo en un mundo más allá de la muerte y, sin embargo, el final de tu relato me ha dado un poco de yuyu. Creo que en muy pocas palabras has conseguido contar muy bien tu historia.
Nos leemos.
Los traumas de accidentes como este no se van con ningún libro de autoayuda y tu personaje busca la manera de recuperar un estado que ya no existe. Parece que vienen del otro lado del camino a poner las cosas en orden. Suerte Marta