37. MY WAY
Voy con los ojos cerrados ignorando a quienes me rodean. Es un juego que he inventado aprovechando que me conozco al dedillo los pasillos del supermercado. Cuento los pasos: uno, dos…cinco, seis: cojo un paquete de harina, doy tres pasos más, atisbo, y tomo un sobre de levadura; luego iré a por la salsa de tomate y la mozzarella. ¡Mañana cocinaré pizza!
En la noche no duermo bien a pesar del Lexotanil. Al despertar, me dicen que un cura quiere hablar conmigo, pero no tengo tiempo para curas, rabinos, o testigos de Jehová. ¡Que venga otro día! , yo tengo que volver al super por una botella bien fría de Moët & Chandon.
Estoy recorriendo nuevamente el pasillo del super, ese que los otros llaman el corredor de la… no sé qué. Hemos llegado. En mi mente descorcho el Champán y me sirvo una copa generosa. Unas manos me hacen acostar y me sujetan a la camilla, lo que no me impide retirar la pizza del horno. Mientras se templa, tomo la copa, saboreo el primer sorbo y luego doy un trago largo. Siento un pinchazo y fuego y el cosquilleo de las burbujas heladas detrás de la nariz.
Hola, Jorge.
Escalofriante relato.
Se ignoran las razones que han llevado al protagonista a esa tremenda situación, ahí hay un trabajo de imaginación ingente para rellenar una elipsis que da para muchas páginas de una novela negra.
Nada que ver con lo que imaginé cuando leí el título y pensé que la historia estaría relacionada con la famosa canción de Frank Sinatra.
Un cálido saludo.
Gracias por tu comentario Ángel. Creo que nos sucede a todos, automáticamente asociamos “My way” con Sinatra. Le puse el título en inglés con la idea de que la acción se desarrollaba en USA. Y ya que lo planteas: el crimen cometido fue, sin dudas, terrible, pero es posible que se haya llegado a ese final, por culpa del abogado defensor que fue incapaz de demostrar que su cliente era inimputable por el hecho de vivir en un mundo paralelo.
Un cálido saludo para ti.
Cada cual busca su camino con el propósito de ser lo más feliz posible, incluso aunque se encuentre en el corredor de la muerte, sin esperanza ni porvenir, y reciba una inyección letal.
Un relato que muestra la capacidad de adaptación del ser humano, incluso ante las situaciones o circunstancias más extremas.
Un abrazo y suerte, Jorge
Gracias por comentar, Ángel.
Es verdad que la capacidad de adaptación del ser humano es enorme, pero convengamos en que la de mi protagonista es extrema, yo diría que está en el límite de la cordura.
Un abrazo.
Poderosa la imaginación y excelente cualidad para afrontar las situaciones más terribles como la que vive el protagonista. Muy bueno Jorge. Enhorabuena y suerte.
Nos seguimos leyendo
Hola, Fernando. Gracias por comentar. Como bien dices mi protagonista tiene una buena imaginación, pero sobre todo un gigantesco poder sobre su mente para concentrarse en sus pensamientos sin que la situación que está viviendo lo desvíe de ellos.
Gracias por comentar y, utilizando tu cálido saludo: nos seguimos leyendo.
Hola Jorge, me ha impresionado muchísimo tu relato. Lo he leído y releído buscando qué le cambiara yo, si fuera mío el micro, y lo tuviera que enviar a este magnífico y poderoso blog. No lo consigo. Lo mandaría tal cual está. Mi enhorabuena.
Nos leemos.
¡Hola, Isabel! ¡Qué gusto volver recibir un comentario tuyo!
Me alegra que mi relato te haya impresionado y que haya pasado la prueba a que lo has sometido. Es un buen ejercicio que alguna vez pensé hacer y que nunca he encontrado el tiempo para llevar a la práctica.
Gracias por comentar.
Un cálido saludo.
El reo se inventa cualquier cosa , cualquier juego que le permita no ver la realidad que le espera y cómo las burbujas le revientna la cabeza, que por cierto no la tiene muy allá, pero en algo habrá que pasar el rato. Original y curioso el relato. Suerte Jorge.
Gracias por tu comentario, Manuel. Me alegra que el relato te haya resultado original y curioso, porque cada vez me resulta más difícil encontrar un tema original. Y en cuanto al protagonista, lo más importante para él es no estar ahí y cualquier fórmula es válida para evadirse, por lo menos mentalmente.
Un cálido saludo
Jorge nos llevas a dónde quieres sin que apenas nos demos cuenta. Lo que parece una historia intrascendente se acaba convirtiendo nada menos que en corredor de la muerte, y tu protagonista en un hombre, quizás no demasiado cuerdo, e una persona que necesita usar la fantasía para pasar por el trance más duro, su ejecución. Tremendo relato. Un abrazo
Gracias por tu comentario, Gloria. Muchas veces en mis relatos he tratado de, como tu dices, llevar al lector a donde quiero, para, al final, y si es posible con la última palabra darle vuelta a la historia. Pocas veces lo consigo, y el que lo haya logrado en tu lectura es para mi una gran satisfacción.
Un gran abrazo para ti.