63. EL TIEMPO ENTRE RESIDUOS (Belén Mateos)
Miro mis pies, cuento uno a uno mis dedos semienterrados en la arena, escupo la sal que rebosa en la comisura de mi boca, descubro mi cuerpo casi oculto en la arena, desnudo, con los brazos en cruz y las piernas separadas de manera indecorosa, balbuceo una palabra, toso, una lágrima resbala hasta el cuello y se pierde en la humedad de la orilla.
No sé si estoy en Atlántico o en el Mediterráneo, la playa parece la misma, sus olas osan emblandecer la dureza del instante, el olvido por las nocturnas copas, el paseo por el borde salino de sus aguas, la risa, la mirada penetrante, sus manos, su arte para construir castillos con la pala y el rastrillo, su risa, su mirada, su dulce voz a mi oído, su caricia.
Oigo el vehículo que cada noche limpia la costa, siento como retira los residuos grandes, los carga para llevarlos al vertedero, como cada noche, para después eliminar de la arena las basuras más pequeñas.
Amanece, mis huellas se pierden.
Una montaña de colillas y plástico oculta mi deshecho tras su mirada. El motor apagado de su camión descarga quince toneladas de despojos.
Si lo he interpretado bien (espero), tu protagonista, de forma voluntaria, ha quedado semienterrada en la arena, a la espera de que la maquinaria que limpia la playa la recoja. Tras haber perdido las ganas de vivir, se considera a sí misma um desecho después de perder a su hijo, con el que jugaba en esa misma arena.
Perder a un hijo debe de ser algo terrible, de lo que no todo el mundo se sabría sobreponer.
El relato de una tragedia con tu toque poético, que todo lo embellece.
Espero no haberme equivocado mucho, si no, me dices.
Un abrazo y suerte, Belén.
Buenas noches Ángel.
Toda interpretación es digna de leer y sentir.
Los relatos han de ser abiertos y eso es lo hermoso de la literatura.
Siempre es un placer tus palabras anta cada texto.
Muchas gracias, muchos abrazos.
Hola, María Belén. Es tremendo el contraste entre las dos arenas: esa con la que el hijo de la mujer hacía sus castillos y ésta en la que ella está enterrada, porque el duelo por perderlo la hace sentir así, un desecho, un despojo humano, un residuo descartado por el camión que limpia la playa…
Un triste camino elegido por la protagonista, y un micro tristemente hermoso.
Cariños,
Mariángeles
Buenas noches bonita.
Muchas gracias por cada palabra y sentimiento ante este relato.
Somos contraste de vida.
Cariños mil.
Un relato muy duro, por más que, como dice Ángel, tu poesía lo embellezca. Su hermetismo obliga a releerlo, y con una especial atención que te permite disfrutar más aún de sus virtudes. Mucha suerte con él, Belén. Un abrazo.
Holaaa mi Enrique.
Muchas gracias por la belleza de tu sentimiento ante este duro relato.
Abrazos mil.