45. El regalo (Paloma Hidalgo)
Me quedan las estrellas, me dice mi hija enseñándome un montoncito de mariposas de charol que ya tiene recortadas sobre la mesa. Luego, continúa, las voy a pegar todas dentro de un corazón grande de cartulina roja. A mamá le encantan esas cosas. ¿Qué le vas a regalar tú, papá?, me pregunta sin mirarme, concentrada en su tarea. Pensando en esa cita que tenemos esta tarde su madre y yo con un abogado matrimonialista, me acerco hasta su silla a darle un beso, y le respondo que este año, por fin, seguro que acierto. Nada de un libro que ya tiene, como el año pasado. Y añado que es algo que desea desde hace ya bastante tiempo, y que sé que le va a hacer mucha ilusión. Ella deja la tijera en la mesa, rodea mi cuello con sus bracitos, me besa, y me recuerda, por si acaso, que las flores favoritas de mamá son los tulipanes, que sabe que nunca me acuerdo y siempre le traigo margaritas.
Dicen que el diablo está en los detalles. Los repetidos regalos erróneos de este padre y marido revelan algo más que despiste, más bien dejadez y falta del estímulo necesario. La niña perderá buena parte de su alegre inocencia ante el advenimiento de lo que no había imaginado nunca, pero a veces más vale pronto que tarde.
Un relato en el que contrastan dos realidades distintas, aunque solo una, la que apenas se deja entrever, acabará imponiéndose.
Un abrazo grande y suerte, Paloma
Ángel, sagaz como siempre, muchas gracias por comentar el micro con ese ojo analítico. Pues sí, más vale acertar tarde con ese regalo que ella parece desear hace tiempo, que nunca.
Me apunto eso de que el diablo está en los detalles, yo conocía otra versión, esa que reza que lo importante está en los detalles.
Un abrazo grande.
Me ha encantado, Paloma. Suerte!
Muchas gracias, Isabel.
Qué tierno y que gran relato, con esos huecos que debe rellenar el lector para completar todo lo que esconde. Enhorabuena, Paloma.
Hola, María, sí, me gusta buscar la complicidad con el lector, me alegra saberte cómplice.
Muchas gracias por comentar, un abrazo.
Una separación contada desde otra mirada parece que suena mejor , pero no deja de ser un relato duro de separación y eso siempre es dramático y difícil, pero parece que en este caso ella aunque tarde le viene en un buen momento. Suerte Paloma, abrazos
Manuel, como bien dices, las separaciones son momentos difíciles para toda la familia, es un tema muy complejo en el que, a veces, una decisión, por tardía que sea, vale más que prolongar lo que ya no es viable.
Muchas gracias por el comentario. Abrazos.
Muy conseguido el contraste entre la visión infantil y el mundo de los adultos. Dureza y ternura a la vez. Se puede imaginar más de lo que se cuenta, y qué tremendo es pensar en esa niña cuando conozca la realidad de sus padres.
Muy bello.
Muchas gracias por comentar, Rosa, Me alegra saber que has imaginado eso que no cuento, y que lleva a comprender la historia.
Saludos.
Qué bonito Paloma. Aunque el tema no sea precisamente alegre (y el final del asunto tampoco, me temo), está contado con tanta ternura que arranca una sonrisa. El personaje inocente de la niña está tan bien perfilado que es como si uno la tuviera delante.
Suerte y besos.
Ana, muchas gracias por comentar, y hacerlo de forma tan amable. Me gusta haber conseguido arrancarte esa sonrisa, tú también me has hecho sonreír al leerte.
Un beso.
A veces, las razones que llevan al desamor pueden ser inapreciables, al menos para una de las partes.
También se puede contar una historia completa diciendo muy poco sobre ella. Muy bueno, Paloma, como es habitual. Mucha suerte y un abrazo.
Gracias, Enrique, por compartir este comentario tan amable. Es cierto que en el universo del desamor hay demasiados cuerpos celestes orbitando, con sus fuerzas gravitacionales, y sus rotaciones y traslaciones. Por eso la complicidad del lector es necesaria, como ya he dicho por ahí arriba, para trazar el mapa del devenir de estos cuerpos celestes.
Un abrazo.
Paloma, creo que nos has escrito una historia, triste y dura, endulzada con la inocencia de una niña pero nos dejas un regusto muy amargo con la gran dosis de ironía bien escondida del padre. Si era eso lo que querías transmitir lo has conseguido.
Nos leemos
Isabel Cristina, gracias por leer y comentar. El comportamiento de este padre, no hay mejor ciego que el que no quiere ver, está seguramente en el origen de este fracaso sentimental, lo bueno es que ha sido capaz de abrir los ojos, y dar el paso que la madre reclamaba
Saludos
Qué reveladoras pueden ser las palabras de los niños. Perciben mucho más de lo que creemos, nos conocen mejor de lo que pensamos y saben lo que quieren (sencillamente quieren). Les deberíamos escuchar mucho más. El relato genera expectativas y el final te arranca una sonrisa empática y cómplice. Enhorabuena, Paloma.
Un abrazo y suerte.
Es que, como bien dices, Josep María, los niños son pequeños, pero no tontos, y saben interpretar las señales. Muchas gracias por comentar,
Abrazo de vuelta