51. Planes inmediatos
El primer trago de cerveza me entró tan bien que lamenté no tener más en casa. Había tomado un baño, me había afeitado y esperaba ahora sentado frente a la puerta, con el botellín en la mano y una maleta en el coche. Mi mujer no tardaría en llegar y, si se cumplían mis sospechas, vendría acompañada de otro hombre. En ese caso, me marcharía para siempre y sin decir una palabra. Pero si aparecía sola la cosa cambiaba: que no aprovechara una ocasión como aquella para incidir en su presunta infidelidad probaría, a mi juicio, que estaba equivocado al desconfiar de ella. Destruiría lo antes posible mi solicitud de divorcio y cancelaría mi alojamiento temporal en una pensión. Aunque antes tendría que mentirle explicando que estaba allí porque había pedido el día libre en el trabajo para poder estar juntos. Añadiría que tenía pescado haciéndose en el horno y una ensalada en la nevera, y que había traído velas para disfrutar de una cena romántica. Le entregaría esos pendientes caros que le había comprado. La besaría larga y dulcemente en la boca. Y luego, silbando y saltando de dos en dos los escalones, bajaría a por más cerveza.
Tu protagonista tienen las cosas muy claras. Ante cualquiera de las dos posibles situaciones que puede encontrarse, dispone de la respuesta más apropiada, aun siendo ambas muy distintas. Parece un hombre muy racional y programado, por eso llama la atención que la sorpresa agradable para su mujer no la hubiera hecho antes, quizá así ella nunca hubiese tenido la tentación de buscar fuera de casa el romanticismo y la atención que no encontraba dentro.
Un relato que muestra que «más vale tarde que nunca» es un refrán sabio y aplicable a la realidad, pero no siempre. A veces, tarde solo quiere decir tarde, o lo que es lo mismo, sin marcha atrás.
Original historia y muy bien contada. Creo que muchos pagaríamos por saber cuál de los dos planes aplicará finalmente, pero eso ya daría para otro relato, que bajo tu pluma sería tan meritorio como el presente.
Un abrazo grande y suerte, Enrique
Tan acertado como siempre en tu comentario, Ángel. El personaje tiene claro qué hacer en ambas situaciones, aunque quizá le haya faltado algo de esa lucidez para ver mejor su realidad. Que sea tarde o no para replantear su relación y, por consiguiente, el que este relato se acoja o no a las bases, dependerá en gran medida de lo que aparezca por la puerta, jajajja. Muchas gracias por todo, amigo. Un fuerte abrazo de vuelta.
Enrique este personaje se conduce con la filosofía de Homer Simpson, y mientras haya cervez todo parece que lo va allevar mejor y es que los botellines siempre ayudan y siguen siendo baratos, lo demás parece que le falta valor para tomar otras decisiones y esperar a ver qué sucede crea nsiedad, entiendo lo de lacerveza jaja. Bravo, suerte
Yo también lo entiendo, jajaj. Sí que se le ve tendencia a tomarse la vida por el lado fácil, cosa que no está mal siempre que no se descuiden ciertas cosas. Muchas gracias, Manuel. Un fuerte abrazo.
Enrique, todo lo que tu protagonista tenía preparado por si su mujer no aparecía con otro, podría haberlo hecho con un pensamiento más puro; cualquier otro día anterior a esas sospechas. Tu personaje se da a conocer muy bien en el micro. No me gustaría nada como pareja.
Expones perfectamente la situación y demuestra que el pensamiento de tu protagonista es erróneo y que es una persona complicada, con pensamientos equivocados; que la mujer llegara sola a casa tampoco demostraba nada.
Te felicito. Nos leemos.
Muchas gracias, Isabel Cristina. Estoy de acuerdo contigo. La conducta de este personaje concuerda, de principio a fin de la historia, con la de una persona inmadura e inestable. Me alegra que te haya gustado esta situación puntual pero trascendente de su vida. Un abrazo.