OCT103. UN CRIMEN PERFECTO, de Marcel Gris
Al abrir la puerta de la habitación aséptica, el sonido motorizado de la vida inunda mi cuerpo. Él yace en la cama y sus ojos desgatados me reconocen, tras la luz que entra del pasillo. Me siento a su lado y le cojo la mano.
– Vengo a contarte una historia, la que no has vivido pero te pertenece. Antes, quiero darte las gracias por darme la vida. Has tenido tres hijos que han seguido tu senda, el camino del olvido. La pequeña, aquella a la que quisiste de verdad, está en la cárcel, con diecinueve años, por estafa y suplantación de identidad. La mediana, “el despojo” como tú solías llamarla, por fin se ha suicidado. Y yo, el mayor, soy un simple fantasma para los que me rodean. Me dijiste una vez que no tenía que haber nacido, pues aquí estoy, para darte la estocada final, sabiendo que tu corazón ni tus ojos soportarán el dolor que tu mujer sumisa y débil te ha ahorrado durante tanto tiempo. Es el resultado de tu vida, disfrútala.
El silencio envuelve la habitación vacía, tras las alarmas y los intentos de reanimación.
Marcel, buen texto, con fantasma y todo.
Enhorabuena, porque se hizo justicia.
Saludos
Hismael
El fantasma me parece el hijo yonki y vaya una familia desectructurada.
Que le den al padre tiene pinta de que no los ha tratado muy bien.
Abrazos y suerte.
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