OCT99. DÍAS DE CINE, de Jerónimo Hernández de Castro
La profesión de acomodador se extingue pero está tan seguro de la importancia de su puesto que argumenta con rotundidad: Es algo necesario, una compañía en la oscuridad, un apoyo grato mal retribuido… Me cuenta el incidente: Anoche cuando los vi llegar tarde a la película parecían una pareja japonesa con los sexos invertidos. Él, tras la chica, sumiso y cabizbajo por la recriminación de un retraso del que era inocente en su primera cita.
Cuando les indiqué que no podrían sentarse juntos, ella se dirigió con presteza a la fila de delante, y él cruzó el pasillo hasta la butaca más lejana. Ella salió sin esperar a los créditos y al no encontrarlo en el lugar donde se separaron, se fue enfadada con su paso ágil. Cuando las luces se encendieron lo encontré con la frente apoyada en la butaca delantera y esa mueca triste e irónica de los que mueren solos.
Jerónimo, otra forma de morir; bien contada. Suerte y saludos. Calamanda
Gracias Cala Un abrazo
Muy logrado el espíritu japonés, sin aspavientos, humilde, silencioso… Muy buen relato, suerte y saludos.
Gracias Ana. Muy interesante tu visión Un saludo
No me esperaba ese final, me vuelves a coger por sorpresa…que final tan solitario y humilde.
Besos muchos ♥♥♥
Gracias Tramos. Es como la muerte nunca llega cuando se la espera. Desde luego hace falta un acomodador que te ilumine en ese momento. Un beso grande
Hola Jerónimo, fuerte e inesperado ese final, me cogió desprevenida porque por el tema del mes esperaba «muerte», pero no sabía como sucedería ya que a través del relato no encontré la pista. Muy bien, suerte!
un saludo
Rosa.
Gracias Rosa. La cita con la muerte la tenemos todos y aunque a todos nos gustaría llegar tarde ella es demasiado puntual. Eso quería expresar con el relato Muchas gracias un abrazo
Bien Jerónimo, sin hacer ruido, como tu relato parece sutil, casi lo cuentas silbando como el que no quiere la cosa y de pronto pluf se nos muere.
En paz descanse y una pena en plena cita.
Abrazos y suerte.
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Gracias amigo. Suave así es piano piano… Un abrazo
Vale, entiendo el símil entre el acomodador del cine y el tránsito entre la vida y la muerte, pero el relato se me ha hecho un poco confuso. A ver si lo he entendido bien. Comienza hablando la muerte y luego sigue el acomodador que es un «colaborador» de la muerte para hacérnoslos más fácil a los que disfrutamos de esta peli que es la vida?. Hay mucha gente que muere sola, o sintiéndose solos, ojala tuviesen un «acomodador»…
Abrazos Jero
¡Qué sorpresa con tu interpretación! Lo del acomodador no era mi intención enfocarlo por ahí. No comienza hablando de la muerte -quizá sólo de la muerte del cine de siempre- Sí coincido en la importancia de un acomodador que nos acompañe al final aunque sea un extraño que nos ayuda en la oscuridad Besos mil.
Hola decirte que4 me gusta mucho el cine y tu relato,puedo imaginar perfectamente
un hombre muerto en la sala de un cine.Buenisimo.
un beso
Muchas gracias Esther. Un pequeño homenaje a las salas de siempre, a ver si no las perdemos Un beso
En la primera lectura he pensado que era ella la responsable de todo. Pero luego me he dado cuenta de que no se sientan juntos, y mi teoría ya no sirve. Entonces… ¿Sería por la peli que no le gustó? O quizá le gustó demasiado.
El acomodador me ha recordado a uno que había en el cine al que iba de pequeña, un señor bajito con un traje (uniforme creo que era) gris que le quedaba enorme. Supongo que ya murió, los cines de siempre, que van desapareciendo. Ya son casi como los dinosaurios, un recuerdo histórico.
Cherchez la femme! jejeje En este caso era inocente, salvo que muriera de pena Yo lo dejo abierto… Gracias Esperanza un beso