25. Vodevil ( Paz Monserrat)
Estuve tanto tiempo al otro lado que ahora soy incapaz de disfrutar del momento. Todo me recuerda a cuando era yo quien actuaba en estos lugares de postín. El predecible guion: uno propicia un diálogo trivial, otra sonríe mientras acaricia una botella, alguien quiere aclarar algo con voz cantarina. Entran y salen sin descanso. Vocalizan. Se contonean. Y vuelta a empezar.
Reconozco que son grandes profesionales en el arte de embelesar y obtener nuestra atención. Pero yo sé lo que ocurre entre bambalinas. Cómo se les desmorona la sonrisa y chasquean la boca al salir de escena, cómo intercambian gestos en cuanto dan la espalda a la audiencia, y sobre todo con qué cinismo critican nuestro aspecto nada más terminar el espectáculo.
Porque, realmente es un auténtico espectáculo para los sentidos el menú de catorce platos que ofrece este restaurante de cuatro estrellas. Y aunque les comprendo ─fueron muchos años currando de camarera─ no puedo soportar que nos vean como otra pareja de pringaos capaces de pagar semejante pastizal por un menú degustación. Y menos aún que, por culpa de sus constantes interrupciones, no tengamos ni un minuto de intimidad para disfrutarlo.
En un escenario como el que planteas, claramente hay dos tipos de actores: los que sobreactúan según su papel, como parte de una obligación, y los que quisieran menos atención (que además es ficticia) y un poco más de intimidad.
Un relato muy curioso en el que nadie está conforme, pese a que todo parece ideal.
Un abrazo y suerte, Paz
Bien visto: nadie está conforme aunque es una situación beneficiosa para todos. Un peligro bastante real, con la capacidad de insatisfacción que gastamos. Gracias Ángel!
Pues sí, la verdad es que para trabajar de atención al público se han de tener grandes dotes interpretativas y una gran reserva de paciencia. Qué alivio debe ser cuando cae el telón…
Un abrazo y suerte.
Peluqueras,camareros y otras profesiones basadas en escuchar y agasajar al cliente… tendrían que ser convalidadas directamente por la carrera de psicología. Estoy segura que acaban sabiendo más sobre la condición humana que ellos. Gracias por comentar.
Hola Paz, me gusta tu relato con esa lucha interna del personaje que sabe de dónde viene y su incomodidad al verse al otro lado, pero si está ahí debe disfrutar y dejarse de prejuicios sociales. La igualdad es una quimera y que disfrute de su comida y de su intimidad, basta con que le diga a los camareros que la dejen un poco tranquila, buen relato. Suerte
Hola Manuel, quería meterme en la piel de alguien que no puede disfrutar del momento porque se ve a sí mismo desde el punto de vista del que tiene que servirle sabiendo lo que se siente ( o lo que ella sentía) más allá de las apariencias. Vamos, la mejor manera de perder la oportunidad de vivir el presente y gozarlo. Es tan fácil como tú dices, pero a veces somos incapaces de ver lo más sencillo y nos enredamos en cábalas y en cinismos innecesarios. Graciasss
La profesión está minusvalorada porque hay mucho intrusismo y eso crea mala prensa. Los amantes de la ‘buena mesa’ necesitan que se les deje espacio para disfrutar, tienen su propio ritual. Buen relato! Saludos.
Nos leemos
Gracias, tocaya! Mi hija tiene experiencia como camarera y cuando vamos en familia a comer a un restaurante muestra un trato exquisito hacia los camareros porque sabe el estrés que lleva asociado ese trabajo. Siempre me ha parecido más interesante contar las escenas desde los personajes que parecen invisibles pero que son imprescindibles, como los camareros. Tu micro del cura tiene mucha tela ( además de muchos botones, esa tela). Saludos!