54. ELLAS (ALICIA ALGUACIL AGUDO)
Alans, había escrito la obra y repartió los papeles con arreglo a lo que ella estimaba. Pronto empezaron las envidias y rencillas. Los papeles una vez puestos en escena, necesitaban más interacción, se quedaban un poco cortos, así que los fue ampliando sobre la marcha.
La escena principal eran dos mujeres que se habían casado y contaban un poco su vida. A la actriz que se suponía la protagonista, una vez que Alans le dijo que tenia que interactuar más con su compañera, empezó a decir que su papel era el más largo y lo que tenía que hacer era decirle a las demás que se supieran el suyo. Por más que Alans le explicó que quería que viviera el papel, que no recitara lo que ella había escrito y que dialogara con Esther, Patricia no hizo caso. Alans estuvo a punto de decir que la obra no se iba a representar, pero tenía a las otras componentes que no tenían culpa del orgullo y envidia que Patricia reflejaba, incluso se ganó el favoritismo de otra, que solo hacían que criticar como Alans dirigía.
La obra se representó, pero al bajar el telón ya nada fue igual.
De actores y actrices se espera que se pongan en los zapatos del personaje, que se mimeticen con él, sin importar otras circunstancias. Este hecho no es menor, sin duda, repercute en el resultado, hace o no creíble lo que el espectador ve representado, por lo que la actitud y la profesionalidad son fundamentales, algo que brilló por su ausencia en el caso de este personaje, en detrimento del conjunto.
Un relato en el que se muestra la importancia de la entrega individual en un resultado conjunto, algo que se aprecia al terminar la función.
Un abrazo y suerte, Alicia
GRACIAS
Desde luego, qué mala es la envidia, tanto para la persona que la siente, porque vive en la amargura, como para quienes le rodean, que pueden acabar perdiendo la paciencia. Con lo que mola rodearse de gente estupenda, a la que admirar y que te regalen su afecto.
Un relato para aprender cómo no se debe ser.
Un abrazo y suerte.