95. El coleccionista de sueños
Algunos coleccionan monedas, otros sellos, pero ella era diferente, coleccionaba amantes. ¿Y yo?, yo coleccionaba sueños.
Era una mañana de invierno, casi tan fría como la soledad, iba caminando por la calle nevada que corta la de la esperanza con la de la desesperación, y de repente la vi, me fije en sus ojos que eran como un atardecer de verano. Solo hizo falta un cruce de miradas, nada más, y me crucé con su sonrisa triste de medianoche, quería salvarla, y pensé que ella quería ser salvada, salvada de ella misma, salvada de algo de lo que solo ella se podría salvar. Entonces le dije «quédate».
—Lo prometo —dijo ella —te encontré.
Me han contado por ahí que ella aún no completó su colección. ¿Y yo?, yo colecciono recuerdos.
Triste recuerdo le queda a este coleccionista con aspiraciones de salvador. A lo mejor ella no necesitaba que la salvaran.
Muy bien narrado.
Suerte y saludos.
Siempre es difícil interpretar los deseos del otro bajo nuestro punto de vista, y muchas veces es inevitable que haya un perdedor. Me gusta cómo has contado esa derrota.
Suerte y saludos.
Adrián, lo mejor de tu cuento; la elegante forma de contarlo hasta su final. suerte y saludos
Poético y triste. Suerte.
Besicos muchos.