43. FUTURO ESTUDIANTE DE HOGWARTS (Isabel Cristina)
Al niño le gustaba observar trucos de magia, descubrir cuál había sido el movimiento de manos del mago y cómo había jugado con la visión y la mente del espectador.
El niño, cada día fantaseaba practicando nuevas estratagemas. Su gran ilusión, era sacar de la chistera, como si fuera lo más fácil del mundo, su precioso conejo blanco, lo llamaba Pompón. Tenía que guardarlo allí. Había estudiado el procedimiento y seguía los pasos uno a uno pero todavía no lo había conseguido, el animal se le resistía. Al infatigable niño, le daba la impresión de que Pompón se reía de él cuando le mostraba sus prolongados dientes y movía los bigotes.
En su inocencia infantil, soñaba cada noche con ese peluche dentro del bombín, sobre su cabeza.
En su inocencia infantil, también cada día practicaba una y otra vez su futuro espectáculo (el mejor del mundo); pero claro, cándido como cualquier chiquillo, no se dio cuenta de que Pompón apenas dormía; cada noche entrenaba la manera de que el aprendiz de mago, no consiguiera acurrucarlo en esa mini-chistera. No le resultaba fácil estirar al máximo las patitas traseras, por eso, el conejito practicaba y practicaba y….
Pobre niño, el conejito tramposo se come por las noches sus ilusiones de ser mago. Confieso que por un momento he pensado que Pompón,en un giro terrorífico, se lo iba a comer a él. Y con esos puntos suspensivos no lo descarto, que el terror con niños siempre da más miedo.
Un abrazo y suerte.
Como en la saga de Toy Story, imaginamos a ese conejo despertando cuando su dueño no puede verle, para dar rienda a su propia vida, solo que en este caso está muy alejada de la de un entrañable peluche; él es más bien un rebelde que se niega a poner de su parte para contribuir a la ilusión de un niño. Aún así, deseamos que este niño, con madera de mago, no pierda su verdadera vocación por ello.
Un abrazo y suerte, Isabel Cristina
Hola, Isabel Cristina.
La infancia en sí es una época mágica llena de observación y aprendizaje para desarrollar las habilidades necesarias en el difícil oficio de vivir. Ese conejito de trapo, que pone un punto de fantasía e irrealidad, puede ser una metáfora de las dificultades que se presentan a lo largo del camino y de la resiliencia que hace falta para poder superarlas y avanzar.
Una narración fantasticamente mágica. Suerte
Un saludo.
Me encanta el relato, Isabel Cristina; quizás el niño acabe por darse cuenta del juego nocturno del muñeco y aprenda a no dejarse manipular. Mucha suerte y un abrazo.
Qué bueno, Isabel. Ese conejo juguetón, que le da ese toque fantástico a un micro sobre la magia y la inocencia. Genial. Mucha suerte y un abrazo.