63. Perder la cabeza
Mi hermano se enamoró perdidamente de una chica, pero, cada vez que se le acercaba, ella se asustaba al verlo sin cabeza. Él, tras el disgusto, quiso colocársela de nuevo sobre los hombros, sin conseguirlo. Enfurecido, le dio tal patada que salió por los aires y entró rodando en casa de unos vecinos. Cuando llamaron a la puerta para devolverla, mis padres no le dieron importancia. Decían que estaba hueca y que a mi hermano no le servía para mucho, así que la tiraron al contenedor. En su lugar, para salir a la calle, se pone lo primero que encuentra: una pelota, una bola de bolos, hasta una sandía. A menudo se le caen al suelo y la gente se lleva unos sustos de cuidado.
Ya no tiene migrañas, aunque echa de menos poder ver los partidos de fútbol y tener malos pensamientos. Esta tarde ha salido a comprarse una. Nos ha dicho que cuestan un riñón.
JAJAJA…Una historia muy divertida y muy bien contada; haces que mi imaginación actúe desde la primera frase y continúe activa hasta el final; he de reconocer que en algún momento me ha dado un poco de pena tu personaje pero no me he dejado llevar por el sentimentalismo y he seguido pasándolo bien hasta el final.
Nos leemos
Muchísimas gracias, Isabel. Me alegro que te haya gustado.
Un fuerte abrazo
Por cierto, el título con un sentido muy literal y bien elegido.
Buenísimo, un relato imaginativo y muy divertido, y con un toque de humor surrealista-macabro que no deja indiferente. Además, el final es fantástico: ya sabemos qué es lo siguiente que va a perder. ¡Espero que encuentre una cabeza que le sirva al menos para ver el futbol y tener malos pensamientos!
Un abrazo y suerte.
Muchísimas gracias, Rosalía, por tus comentarios. Me he puesto colorado.
Un fuerte abrazo.
Se empieza perdiendo la cabeza por amor, sin saber que para recuperarla va a tener que sacrificar un riñón. Esperemos que cuando entregue el corazón sea correspondido, para hacer un intercambio y que no quede ese hueco.
Ya lo han dicho Isabel Cristina y Rosalía: un relato nuy divertido y surrealista, con el mensaje, tal vez, de que todo tiene un precio y consecuencias.
Un abrazo y suerte, Francisco Javier.
Un millón de gracias, Ángel. Como siempre, magníficos comentarios.
Un fuerte abrazo
La verdad es que no es bueno andar sin cabeza por la vida, da muchos problemas. Pero qué bonito se ve todo cuando se pierde por amor (lo mejor es perderla solo un poquito jajaja)
Abrazo
Millones de gracias, Aurora. Mejor tenerla sobre los hombros.
Un fuerte abrazo