87. PATAGONIA
Dejamos de hablarnos tras morir mamá. Su enfermedad destrozó nuestra relación ya viciada. El cansancio, las decisiones, las cenizas…
Él dejó de hablarme y yo claudiqué. Poco después fue trasladado a la delegación en Neuquén, en la Patagonia argentina. Parecía querer alejarse todo lo posible.
Mis hijas me preguntaban: «¿El tito ya nunca va volverá a España?» Y yo no sabía qué responderles. Al crecer, ellas me informaban: «¿Sabes que ha estado aquí otra vez? Lo vimos en Instagram». Y yo callaba.
La semana pasada papá sufrió una recaída. Se complicó y finalmente murió. Tras llamarle cinco veces, al final, le dejé un mensaje.
“Cojo el primer avión”, respondió.
Llegó al tanatorio pálido y ojeroso. Me besó con frialdad.
—¿Por qué no me dijiste que estaba enfermo? —gruñó.
Y rompí a llorar. Él no dijo nada, pero pude sentir su tristeza.
Tras el entierro, lo llevé al aeropuerto y nos detuvimos en el control, frente a frente, en silencio. Yo buscaba entre mis dientes algunas frases preparadas. Su mirada había perdido dureza. Había menos rabia. Se miró las manos y titubeó. Entreabrió los labios y los cerró.
—Ponme un mensaje cuando aterrices —le pedí.
Y asintió con la cabeza.
El orgullo, siempre el orgullo. Todo el mundo discute, pero hay quien no sabe recomponerse, cuando quizá quiere hacerlo y el tiempo ha pasado cada vez cuesta más. A pesar del tiempo y el distanciamiento, físico y de afectos, algo queda en estos hermanos. Puede que la muerte del padre les sirva para cerrar heridas.
Un abrazo y suerte, Salva
Hola, Salvador. Lo primero que me atrapó del micro fue el título -Patagonia – y lo segundo, y más sorprendente, fue encontrar a Neuquén – ¡Mi provincia, mi ciudad! -en un texto escrito desde el otro lado del mundo…
Tremenda la historia de estos dos hermanos, cuya relación, de fraternal, no tiene prácticamente nada…
Se les muere la madre, y para hacerla completa, tras el traslado del hermano a Neuquén, muere también el padre… Ese viaje relámpago para estar el tiempo justo para el entierro, los reproches y esas frases entre dientes que no salen, hablan de lo mal que está la relación y ese pedido del mensaje al aterrizar es todo lo que les queda… Es tan poco, y dice tanto a la vez, que hace aún más tremendo todo…
Muy buen micro, Salvador.
Besos neuquinos😘😘😇😇
Hola, Mariángeles! No sabía que eras de allí… En el fondo (a menudo) sabemos poco de muchas personas del grupo. ¡Me alegro mucho!
Al ver que la «palabrita» tenía su origen en la Patagonia me pareció interesante que apareciera en el relato y busqué información… ahí apareció tu ciudad, que no concía.
¡Doble ilusión!
En cuanto al micro, como decía a Ángel, quiero pensar que esos hermanos que han terminado viviendo en hemisferios (mundos) distanciados guardan un rescoldito de amor en sus entrañas… quiero pensar que todo se arreglará.
Pero ya sabemos que, a menudo, hay daños irreversibles.
Gracias x escribirme!
Besos
Quiero pensar que esos hermanos que han terminado viviendo en hemisferios (mundos) distanciados guardan un rescoldito de amor en sus entrañas… quiero pensar que todo se arreglará.
Pero ya sabemos que, a menudo, hay daños irreversibles. Corazones irrecuperables, glaciares, rotos…
Ya veremos… poco a poco.
Gracias por leerme y comentarme, querido Ángel. Te admiro.
Abrazo fuerte!!!
Salvador, has contado una historia demasiado habitual con la que se podrían llenar muchas páginas: cómo fue ese distanciamiento y sus vidas durante él, y también su posible reencuentro en el futuro.
Por desgracias, hay muchas familias rotas, por malentendidos o rencores que se podrían solucionar. Y también otras con heridas imposible de sanar. En el caso de tus protagonistas, está claro que conservan el afecto del uno por el otro. Qué pena que haya tenido que morir el padre para que vuelvan a encontrarse.
Un abrazo y suerte.
Hola, Rosalía! Tienes toda la razón: què pena a veces qué mal hacemos las cosas y qué tarde reaccionamos. A veces solo tras pérdidas o cambios dramáticos. A veces, solo demasiado tarde.
Aunque el futuro es incierto para ellos, yo confío en esos dos hermanos.
Gracias por leerme y comentarme!
Un beso.
Una fuerte carga emocional en frases directas en esta relación entre hermanos donde vale más lo que no se dice. Nada puede dar la sensación de mayor distancia que la Patagonia. Un bonito relato Salvador Terceño Raposo. Bravo.