09. Escándalos
Aunque, avergonzada, eleve el volumen de la televisión o de la música, sospecha que es perfectamente audible.
Por guardar las apariencias, pide cita en el salón de belleza para un cambio de look que afiance su autoestima y acalle las malas lenguas que puedan acusarla de dejadez. A través del espejo, las sonrisitas de la peluquera se le antojan condescendientes. Al pasar por el parque, cree sentir en la nuca las miradas de un corrillo de matronas satisfechas que, en vez de vigilar a sus vástagos chillones, murmuran, está segura, sobre el hueco que la acompaña. En los ojos del portero, siempre hierático y servicial, adivina burla encubierta, y la amabilidad de la vecina al cederle el paso le resulta repulsiva. Todos parecen complacidos al escuchar el eco de su desdicha.
Ya en casa, se esfuerza por gritar la decepción y la rabia que lleva dentro, pero solo alcanza a vomitar un hilillo de llanto vacío que se funde con la almohada. La que no ha vuelto a lavar, la que sigue oliendo a su colonia. Derrotada, rebusca en la mesilla el frasco de somníferos, incapaz de soportar, ni un día más, el estruendoso silencio que retumba en su dormitorio.
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Tu personaje cree ver que el mundo se burla de ella, convencida de ser protagonista de un escándalo personal y objeto de escarnio, cuando, probablemente, sea su manera de ver el mundo lo que ha cambiado, distorsionándolo, afectada sin remedio por una ausencia, causa de su desdicha.
Un relato en el que se puede sentir el dolor y la vergüenza ajenos como si fuese en primera persona.
Un abrazo y suerte, Eva
Hola Ángel. Creer que todos están pendientes de ti, de tus miserias o de tus éxitos es tener una visión muy estrecha y egocéntrica del mundo. A veces , hay quien da más importancia al qué dirán que al propio dolor. Y lo peor es que quien piensa así es porque actuaría así ante el dolor ajeno. Un abrazo y gracias.
Es terrible la historia que cuentas, tanto si la maledicencia persigue a tu protagonista, como si todo está en su mente.
Las rupturas sentimentales duelen, pero si pudiera cogería a esta mujer por los hombros, la sacudiría para despertarla, y la subiría, conmigo y un par de amigas, a un avión a cualquier destino.
Oye, mano de santo para las penas.
Un abrazo y suerte.
Yo creo que sí, que esta chica necesita a una Rosalía a su lado que la sacuda las telarañas y la lleve a tomar unos mojitos a un lugar con mucho sol 😉 Un abrazo y gracias.
En una ruptura sentimental se entiende fácilmente el dolor que queda durante un tiempo; sin embargo creo que es más difícil entender la verguenza y con ello no quiero decir que no se dé habitualmente, solo que es algo más inexplicable.
Muy bien contado.
Nos leemos