11. Apartamentos turísticos: próxima apertura
Un inquilino del último piso se precipitó desde su balcón. No sé qué me pasó, logró decirme cuando lo visité en el hospital. Sus palabras me tranquilizaron y, al mudarse, archivé el asunto. A la del tercero se le caían trapos de limpieza por la ventana mientras con los brazos acompañaba sus pasos danzarines por el salón. Se le escapaban de tanta intensidad que le ponía a su arte, me confesó. Aceptó una misteriosa oferta de trabajo en otra ciudad. Afortunadamente, aunque alargaran su estancia más de lo previsto, ya se fueron también los estudiantes universitarios ruidosos y la familia cuyos dos hijos gemelos bajaban las bicicletas dejando sus huellas en el ascensor. Ahora solo me inquieta la pareja de ancianos que cada mañana sale a dar el paseo con el perro. Me preocupa su salud. He logrado acceder a su historial clínico y estoy estudiando el caso. En cuanto dé con la solución, mi alegría será completa.
Los motivos por los que los vecinos acaban por mudarse no son tan «misteriosos» como pudiera parecer. Detrás de todo existe una causa y hay quien opina que las casualidades no existen. Tu protagonista tiene motivos para alegrarse por el mal ajeno, porque propicia su buscado y deseado bienestar. Lo que inquieta es su falta de medida y su siguiente objetivo
Un abrazo y suerte, José Luis
Jose Luis, pones sobre la mes un tema candente, el de la proliferación descontrolada de apartamentos turísticos y la expulsión del vecindario tradicional de su propio barrio. Hace tiempo que empezó, pero ahora ya va sin freno. Claro que luego también nos gusta viajar y alquilar algo a buen precio…
Se agradece el punto de humor negro, la verdad.
Un abrazo y suerte.