47. LOS COLORES DEL DESTINO
Remedios teje y suspira. Suspira y teje. Las agujas avanzan a buen ritmo, menguando el ovillo celeste que está al fondo de la cesta de costura. Azules, los patucos son azules, porque es niño y ella sigue la tradición, no va a llevar el rorro unos patucos de niña…, así que el ovillo rosa queda entero, sin encetar.
El destino toma de su paleta los colores que él decide. Tal vez sea por algo. Todo pasa por algo, dicen. El chocar de las agujas va cantando su canción mientras Reme las mueve cada vez más deprisa, con una rabia que amenaza con dejar los puntos más apretados de lo que conviene. No todo está perdido, piensa. Tal vez algo se tuerza, como acaba de torcerse la lana en un punto que ha de deshacer.
Acaban de llegar, su hermana lleva las manos sobre el abultado vientre. Sonríe agradecida. Remedios fuerza el gesto para corresponderla. Rosa, tenía que haber sido ese el color. Debería ser su vientre el que creciese con la semilla que habría puesto él, el que acaba de posar un beso en el cuello de su hermana.
Y los puntos se aprietan más y más cada vez.
Yolanda, que dolor acumulado lleva esa hermana enamorada del hombre equivocado. Y qué buena la metáfora de los puntos apretados. Muy simbólico.
Un abrazo y suerte.
Ni pareja, ni embarazo, ni hija. Su hermana todo, ella nada. Así de mal repartido está el mundo. Por algun sitio tiene que salir la necesidad, la fristración y, por qué no decirlo, la humana envidia. Si al menos a la hermana le fuese algo un poco mal, las cosas a la olvidada por el destino le serían más llevaderas, pero ni por esas.
Un abrazo y suerte, Yolanda
Está claro que la que se aprieta cada vez más es ella. Va cayendo en el abismo de la amargura, hasta dónde llegará?
Es triste una vida de envidia y resentimiento junto a un familiar tan cercado.
Bien tejido!
Yolanda, qué bien lo has contado. He estado todo el tiempo imaginándome la escena sin el más mínimo esfuerzo. Ah…también he aprendido la palabra «encetar».
Nos leemos
Yolanda tu relato es «bonito» por la forma en que lo cuentas. A pesar de ese fondo de amargura que conlleva que no tiene nada de «bonito», tu relato es delicioso. Es un mérito contar cosas tremendas de una forma delicada.
¡Enhorabuena!
Abrazos
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.
Hola Yolanda:
Las agujas, el ovillo menguando, nos van dando la sensación de un reloj vital, de oportunidades que huyen.
La desgracia de ver un amor en manos de otra, y un hijo que desearía fuera suyo.
Un micro duro, muy bien contado.
Enhorabuena y suerte
Muchas gracias por tu comentario, Alberto.
Saludos.